Siempre es verano en algún sitio: SRAM en Nueva Zelanda

El equipo de SRAM nos descubre las maravillas de Nueva Zelanda de la mano de HouseMartin, una aventura en el paraíso del mountain bike sólo digna para quien sepa apreciar su belleza.
Siempre es verano en algún sitio: SRAM en Nueva Zelanda
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Autor MTBpro
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Fecha de la noticia31/10/2014


Fotos: Adrian Marcoux y Sven Martin
Vídeo: Mind Spark Cinema
Redacción: Sarah Leishman
Adaptación: Roberto Ruiz

Siempre hemos soñado con viajes a sitios como este, pero para pocos mortales llegan a hacerse realidad. Cuando decidimos que un grupo del equipo de SRAM pasaría siete días por las carreteras y los senderos de la isla sur de Nueva Zelanda, en gran parte en torno a Craigieburn y Nelson, la mayoría no terminamos de creérnoslo hasta que aterrizamos en la tierra de los Kiwi.

Imagínate: deslizando silenciosamente, bajando y saltando por los mejores senderos por los que jamás hayas pasado. El único sonido que puedes oír es el de las hojas de haya del suelo al pasar sobre ellas. La humedad del aire que llega del Mar de Tasmania te acaricia la cara, los hombros y las manos como si nunca antes hubiera existido. Es la perfección. Es Nueva Zelanda.

SRAM en Nueva Zelanda

Tras varios días disfrutando en el Queenstown Bike Park, nuestro equipo se apiñó en la furgoneta que nos había conseguido HouseMartin en una oficina de alquiler local. El cuentakilómetros marcaba 350.000 km y este era el tercer y último vehículo que “probábamos” antes de abandonar la ciudad. Nueva Zelanda es un hervidero de mochileros y viajeros a los que no pudimos ayudar porque imagina nuestra furgoneta repleta, con las bicis a cuestas, pero sorprendentemente impoluta por fuera.

Transmisión manual, sentido de circulación por la izquierda, arriba y abajo a lo largo de nuestro viaje por las autovías de la isla sur de Nueva Zelanda de camino hasta Nelson. Claramente la furgoneta era toda una campeona, y muestra de ello fue todo el camino recorrido parando constantemente a hinchar una rueda que perdía aire durante todo el trayecto hasta el norte.

Comienza la acción

Llegamos a nuestro pintoresco alojamiento en Craigieburn Range tras conducir cerca de 7 horas y contemplar un sinfín de vistas espectaculares. El plan era subir hasta el legendario Craigieburn Ski Field por la mañana y hacer el descenso del monte Cheesman, que está al lado, ya por la tarde. La mañana comenzó temprano y todos estábamos mentalizados de que nos esperaba un gran día. La pedalada subiendo hacia Craigieburn, por el Craigieburn Valley Ski Field Road, resultó ser de una dureza razonable, por lo que todos terminamos lanzando bromas durante toda la subida. Los 7 km de ascenso nos llevó hasta la estación de Craigieburn, con sus alojamientos y ventanillas de venta de tickets invernales, con los precios del telearrastre hacia las pistas (50$ neozelandeses el día), pero que de poco nos servía en verano.

Cuando llegamos a lo alto de la cumbre conocimos el verdadero panorama que nos esperaba, con el valle a nuestros pies, repleto de numerosas zonas de avalanchas, completado por un par de telesillas que aguantan precariamente en medio del campo. Sven señaló nuestra siguiente ruta: un pequeño sendero que serpenteaba a lo largo de la montaña, entrando y saliendo del bosque y que se perdía a la espalda del valle que acabábamos de subir.

SRAM en Nueva Zelanda

El descenso desde Craigieburn fue todo lo que cualquier persona con una bici podría desear. Técnico, con rocas y raíces atravesadas que superar. Nueva Zelanda es un país muy pequeño, tanto que la mitad la puedes atravesar en 7 horas en una furgoneta tan vieja como la nuestra, pero que sin embargo es tan enorme que en cada parada contemplábamos un paisaje tan diferente al día anterior que parecía enteramente otro planeta. Nos habían dicho que este descenso llevaba a la mayoría de los riders alrededor de media hora a un ritmo razonable, y nos quedó claro que la pedalada que nos habíamos dado para llegar hasta allí bien habría merecido la pena repetirla una y otra vez. Era momento de continuar al monte Cheesman.

SRAM en Nueva Zelanda

Para cuando nuestra furgoneta ya resoplaba de camino al monte Cheesman por la Ski Field Road el sol estaba preparándose para desaparecer. Paramos en una cima para contemplar una vista que nada tenía que ver con todo lo que habíamos visto en Nueva Zelanda hasta entonces, y nos tomamos todo el tiempo necesario para apreciar y valorar dónde estábamos en ese momento. Una vez ya en la bici, nos topamos con un sendero de varios cientos de metros que discurría sobre una manta de hierba, con saltos y giros. Continuamos hacia Ride The Line tal como vimos que el sol empezaba a caer tras la montaña.

El monte Cheesman

El camino ya débilmente iluminado aparecía ante nosotros directo y en línea recta por medio de una tupida vegetación de aspecto inquietante y un bosque cubierto de hayas (o “tawhairauriki”, como se conoce en Maorí). Cuando descendíamos por las rampas del Ride The Line, confiando plenamente en nuestros frenos, ya íbamos con ganas de encontrar un poco de campo abierto donde ganar velocidad. Como el grupo se iba disgregando nos podíamos oír los unos a los otros gritando y dando voces llenos de incredibilidad y euforia. Era difícil imaginar que pudiéramos mejorar los maravillosos terrenos por donde ya habíamos pasado ese mismo día, pero empezábamos a acostumbrarnos a las sorpresas.

SRAM en Nueva Zelanda

SRAM en Nueva Zelanda

Viajamos hacia el norte y después hacia el oeste a lo largo de la carretera de la Costa Oeste, ya a oscuras, parando únicamente para tomar alguna cerveza y comer algunos sándwiches propuestos por Anka y Sven en una visita al Arthur Pass. Canterbury estaba a nuestras espaldas y empezábamos a ser conscientes de que nos metíamos en la región de la Costa Oeste: la humedad del aire y las playas del mar de Tasmania se hacían cada vez más presentes para cuando llegamos ya tarde a la pequeña ciudad de Punakaiki. A la mañana siguiente el sol se levantó con fuerza y vimos que nos encontrábamos en cabañas ubicadas en plena jungla.

El norte nos espera

Tras una corta visita al Punakaiki’s Pancake Rocks y un rápido repostaje en un café local nos pusimos de nuevo en carretera con nuestra furgoneta y su rueda que cada vez perdía más aire, pero como no hay mal que por bien no venga al menos tuvimos más ocasiones de hacer fotos cada vez que parábamos para hinchar la rueda. La autovía estatal 6 nos llevó hacia el norte y luego hacia el este hasta Nelson, y las 5 horas de viaje nos dio una buena oportunidad para relajarnos, compartir unas cuantas historias más y disfrutar de las vistas por las ventanillas.

SRAM en Nueva Zelanda

Nelson tenía todas las papeletas para ser el destino final de nuestra aventura. Nos acomodamos en una casa en lo alto de la colina con vistas a Nelson y la costa de Tasmania. Ducan hizo un intento de correr por las carreteras con pendientes del 14% (y más…) que nos habían llevado hasta allí como muestra de la emoción que embargaba a todo el equipo. Como la pequeña ciudad portuaria que es, Nelson tiene un ambientazo internacional por sus calles que ya quisieran otras muchas ciudades. Está repleta de restaurantes asombrosos, bares y cafés, con un pequeño centro muy cultural.

SRAM en Nueva Zelanda

HosueMartin se encargó de conseguirnos el transporte hasta lo alto de un sendero local en Fringed Hill desde donde se contemplaba la ciudad a la que habíamos llegado. Este es uno de los trayectos preferidos de Anka, y aunque parecía un reto llegar hasta el comienzo del sendero era algo que aún no habíamos experimentado en Nueva Zelanda, la realidad es que nos encontramos con el habitual camino descubierto al que ya nos habíamos acostumbrado para comenzar.

El contraste con lo visto en Queenstown y en Craigieburn era tremendo, sin embargo este bosque era algo más viejo y contaba con raíces de esas nudosas por todos lados. Mientras Anka y Sven se encontraban como en casa con sus senderos habituales, el resto teníamos que abrirnos paso torpemente sobre rocas y raíces, arriba y abajo, tanto que más de uno terminó en el suelo más de una vez, pero incluso así siempre había una manera de apreciar lo que este sendero tenía que ofrecer hasta Matai Valley.

SRAM en Nueva Zelanda

Una aventura de altos vuelos

Era nuestro último día en Nelson y HouseMartin buscó una opción a lo grande para nuestro siguiente transporte y reservó un helicóptero para llevarnos hasta lo alto de Richmond Mountain, así en cuestión de sólo un rato ya estaríamos con la bicis en el sendero que nos esperaba. Condujimos hacia el noroeste a las afueras de Nelson y nos introdujimos de nuevo en las montañas hasta la zona de aterrizaje en una pequeña explanada cercana a un río. Este era el punto donde también terminaría nuestro día.

Como al piloto del helicóptero le sobraba habilidad como para darse dos paseos para llevar a todo el grupo hasta nuestro punto de inicio, tuvimos la oportunidad de experimentar la inmensidad de esta región de Nueva Zelanda desde el aire, sobrevolando las áreas de Marlborough y Nelson. Conforme nos despedimos del helicóptero nos lanzamos hacia lo desconocido del sendero que comenzaba ante nosotros, empujados por el recuerdo de la impecable red de senderos que ya habíamos visto hasta entonces. Este… fue incluso mejor.

SRAM en Nueva Zelanda

Los primeros kilómetros los bajamos a una buena velocidad, una zona amplia, con un grueso manto de hojas de haya por todos lados. De primeras nos tomamos este descenso como algo sencillo, pero pronto nos enfrentamos a complicados ascensos donde más valía bajarse de la bici. Una corta pero significante escalada nos llevó hasta la parte más alta de otro sendero siguiendo las indicaciones de Sven y Anka.

Paramos para comer algo y tomar conciencia de lo que estábamos a punto de hacer. Estábamos parcialmente cubiertos por un bosque y nos sentamos sobre unas cuentas rocas. Es difícil de explicar lo que estábamos a punto de descender. El sendero era abierto y excelente, con saltos sobre raíces incluidos y rápidos giros naturales. Las hojas de haya se amontonaban a lo largo de todo el camino y nos robaban el agarre justo como para deslizar sin llegar a perder tracción. Esto era, simplemente, pura felicidad.

SRAM en Nueva Zelanda

Nuestro camino para finalizar este último día nos llevó de vuelta durante 45 minutos por un sendero hasta el punto de inicio donde nos esperaba una BBQ perfectamente preparada, cortesía de HouseMartin. Teníamos historias para dar y tomar, nuestros “¡uy, casi!” del día, y sobre todo muchas risas. Todos teníamos la sensación de que estábamos a punto de perder algo… a pesar de todo lo que habíamos ganado esos días. Había sido una aventura perfecta a través de las regiones neozelandesas de Otago, Canterbury, West Coast, Nelson y Marlborough.

Todos estábamos sanos y salvos, felices y contentos de haber descubierto el absoluto esplendor de Nueva Zelanda. Además, en Norte América hacía frío y nevaba. Pero espera, ¿por qué nos estábamos marchando de nuevo? Apenas habíamos descubierto un poco de todo lo que Nueva Zelanda tiene que ofrecer para los amantes del mountain bike. Sven y Anka de HouseMartin habían diseñado meticulosamente un viaje repleto de senderos para el limitado tiempo que teníamos.

Cuando llegó el momento de decir adiós a nuestros amigos de Sudáfrica tuvimos una profunda sensación de tristeza por haber visto tan poco. Volveremos, y la próxima vez será por más tiempo, eso lo teníamos todos claro. La cuestión era… ¿será lo suficientemente pronto?

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