Cómo cuidar tus zapatillas y cuándo cambiar las calas

Las zapatillas son parte indispensable en el MTB. Influyen en nuestra comodidad en las rutas y por eso debemos prestarle un poco de atención a su limpieza, cuidados y mantenimiento. Te aconsejamos cómo tenerlas siempre en perfecto estado.
Cómo cuidar tus zapatillas y cuándo cambiar las calas
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autor mtbpro J. Daniel Hernández
autor de las fotos Archivo

fecha03/10/2023


Las zapatillas de MTB son un elemento fundamental en la equipación de cualquier biker. Su elección es muy importante, ya que tienen un coste considerable y de ellas depende nuestra comodidad y seguridad en las rutas. Este proceso para elegirlas pasa por una serie de decisiones personales en las que la estética es el último factor. Pero una vez compradas, no debemos olvidarnos de ellas, al igual que la propia bicicleta, la ropa o el casco, necesitan una serie de cuidados y mantenimiento para prolongar su vida útil y mantenerlas en perfectas condiciones.

Más aún si tenemos en cuenta que las zapatillas de MTB están sujetas a recibir mucho barro y polvo en cada salida. Y si dejamos secar el barro acaba convirtiéndose en una pasta dura e incómoda que, además, estropea elementos de la zapatilla y oxida las calas.

Cuidados básicos de las zapatillas de MTB, la limpieza

El principal aspecto que debemos cuidar en nuestras zapatillas es su limpieza, el polvo, el barro y la suciedad que se adhiere con la práctica de Mountain Bike es el peor enemigo que tienen, ya que desgasta los materiales (cubiertas, cierres, etc.) y oxida las partes metálicas como las calas o remaches que puedan tener.

Por eso, cuando lleguemos a casa debemos proceder a limpiar nuestro calzado al igual que hacemos con nuestra bicicleta. Dependiendo de la cantidad de suciedad que tengan podemos optar por varias fórmulas. También, en función de lo sucias que estén o si ha calado el agua dentro, podemos retirar las plantillas para no mojarlas en exceso o para hacerles un lavado independiente con menos agua y dejarlas secar fuera de las zapatillas.


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Si el calzado no está muy sucio, o sólo tiene polvo, podemos utilizar una manguera (al igual que con las bicicletas, es mejor evitar las máquinas de presión) con agua templada. Posteriormente le pasamos un cepillo suave con agua y jabón o una esponja de espuma. Luego aclaramos bien y dejamos secar.

Si las zapatillas tienen mucho barro incrustado que se ha secado, podemos llenar un cubo de agua (templada) con jabón y dejarlas en remojo durante el tiempo necesario para que se reblandezca y podamos retirarlo con el cepillo o la esponja. Un truco es utilizar un cepillo de dientes viejo, cuyas cerdas hayan sido suavizadas por el uso, ya que es más manejable y nos permite acceder a puntos complicados como los tornillos de las calas, los huecos entre la cala y la suela o debajo de los cierres tipo BOA.

Cómo cuidar tus zapatillas y cuándo cambiar las calas

En ambos casos, el aclarado ha de hacerse con abundante agua para que no quede ningún resto de jabón. Precisamente, siempre que podamos, el agua ha de ser templada, ni muy fría ni excesivamente caliente (como sale a veces de las perchas de las gasolineras) para asegurarnos que no afecte a los tejidos y decoración de las zapatillas.

En las suelas sucede lo mismo, conviene revisarlas bien y retirar cualquier elemento que se haya quedado adherido o enganchado a los tacos como ocurre con las piedras y ramas pequeñas. Aprovechamos para limpiar bien las calas con el cepillo de forma que no se quede nada pegado en ellas ni tierra en las cabezas de los tornillos o entre la cala y la suela.


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En los cierres igual. Salvo en los de cordones, que se pueden retirar y lavar aparte, tanto los velcros como los cierres micrométricos se pueden lavar de la misma forma que lavamos la parte superior de la horma, con una esponja o paño humedecido y con un cepillo muy suave para retirar lo que se haya podido quedar pegado. De hecho, las tiras de velcro se limpian muy bien con los cepillos de dientes.

Para secar las zapatillas debemos procurar sacar todo el agua que se queda en su interior y luego utilizar un papel absorbente o paño que retire cualquier resto de agua. Luego las dejamos secar en una zona fresca y sin humedad, procurando que no sea directamente al sol o pegadas a una fuente de calor.

Cómo cuidar tus zapatillas y cuándo cambiar las calas

Si no hay excesiva suciedad y las zapatillas sólo tienen una fina capa de polvo se puede proceder a limpiarlas con toallitas húmedas (de las de bebés), ya que serán más que suficientes para una limpieza superficial y dejan las zapatillas relucientes. En el calzado de carretera de color claro (incluso en el de montaña, aunque es algo menos habitual) este sistema también vale para limpiar las rozaduras que se producen a veces con el neumático delantero y deja un resto de goma negra en unas zapatillas relucientes.

Un último punto, que la mayor parte de las veces no es necesario hacerlo, es hidratar las zapatillas, tanto por dentro como por fuerza, con cremas especiales (como la llamada grasa de caballo). Realmente no es necesario hacerlo, ya que con una buena limpieza y el tratamiento que llevan en las cubiertas las propias zapatillas quedarán relucientes, pero siempre se puede hacer si las hemos dejado mucho tiempo con polvo y las partes de piel están resecas. También se puede utilizar si necesitamos reblandecer algún punto interior que ha formado un pliegue y nos aprietan.


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Cosas que no lo debemos hacer a las zapatillas

Lo que jamás debemos hacer con las zapatillas de ciclismo es meterlas en la lavadora ya que, entre otras cosas, es bastante probable que acabemos dañando tanto las zapatillas como la propia lavadora por el roce constante, los golpes de las partes metálicas y la excesiva temperatura del agua. Tampoco debemos meterlas en la secadora, que también es un elemento muy agresivo.

Otra cosa con la que debemos tener mucho cuidado es al lavar a mano las zapatillas no dejarlas con agua dentro a la hora de secarlas. Es importante sacar bien todo el agua, ya que si no puede estropear las suelas. Para el secado lo mejor es buscar una zona templada en la que no incida de forma directa ni el sol ni una fuente de calor como los radiadores o estufas. En este último caso se pueden dejar cerca, pero nunca pegadas o encima de ellas.

Tampoco hay que guardarlas húmedas, ya que si no circula el aire y todavía no están secas cogen malos olores además de que pueden llegar a pudrirse algunas partes debido a la humedad.

Cómo cuidar tus zapatillas y cuándo cambiar las calas

Cuidados de las calas y cuándo cambiarlas

Ya hemos visto cómo se deben limpiar las calas de tus zapatillas de MTB. Con agua, jabón y un cepillo de dientes será suficiente para retirar la suciedad que se les queda pegada, y en caso de que haya alguna piedra incrustada entre la suela y la cala podemos retirarla con ayuda de alguna herramienta y mucho cuidado.

Lo importante es que nos aseguremos de que la cala está seca antes de guardar la zapatilla. Es muy importante que no quede agua en ningún punto para evitar su oxidación, especialmente en la cabeza de los tornillos donde es fácil que quede alguna gota. Se pueden secar las calas con papel o un trapo seco bien cuando las hayamos lavado o antes de guardarlas.


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En cuanto a cuándo han de cambiarse, realmente no existe una fórmula mágica que nos lo diga ya que depende de muchos factores, entre ellos si andamos mucho tiempo bajados de la bicicleta, el terreno por el que andemos, etc. No es lo mismo un uso XC en el que una vez enganchados apenas sacaremos los pies de los pedales que, por ejemplo, haciendo una Trans-Nomad en la que se portea mucho tiempo la bicicleta por un suelo pedregoso y agresivo.

Lo mejor es que las revisemos puntualmente, veamos si tienen posibles puntos de fisura o desgaste y ante el mínimo síntoma de fatiga o de falta de enganche las sustituyamos, ya que su precio es bastante contenido y no merece la pena arriesgarse.

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