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Quizá debí de tener más cuidado al ver en familia los vídeos del Rampage, de Brandon Semenuk, Matt Hunter, Sergio Layos, etc. Estas cosas molan mucho pero a veces trae consecuencias. Una de ellas es que tus hijos en lugar de pedirte una Playstation, un móvil, una camiseta de Messi o de Ronaldo, o unas vacaciones en la playa como casi todos los chavales del planeta, te digan que lo quieren es ir a ver el Red Bull Crankworx.
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Por concretar y no extenderme mucho y para los “no iniciados”, comentar que el Red Bull Crankworx es un campeonato que consta de cuatro pruebas: Rotorua (Nueva Zelanda), Innsbruck (Austria), Les Gets (Francia) y el fin de fiesta en Whistler (Canadá). La FMBA (Freeride Mountain Bike Association) homologó hace un par de temporadas que las cuatro pruebas formasen el Crankworx FMBA Slopestyle World Championship. Durante los 3 o 4 días que dura cada prueba del Crankworx se celebran varias competiciones. La más espectacular y donde más público se concentra es el Slopestyle, donde compiten los mejores “dirt jumpers” del planeta como Brandon Semenuk, Brett Rheeder, Torcuato Testa, Tomas Lemoine, Nicholi Rogatkin o Diego Caverzasi entre otros. También hay competiciones de DH, pumptruck y dual speed & style, donde además de ganar puntúan también los trucos que ha realizado cada rider en la manga.
El delirio total y uno de los momentos más alucinantes del fin de semana es cuando llega el Whip-Off, posiblemente la competición “más loca” de todo el Crankworx. Se monta un mega salto con más de 11 metros entre inicio y recepción para que los riders metan el mejor whip que puedan durante tres tandas. El jurado puntúa el estilo, la altura y la ejecución, el público se vuelve loco cuando los riders empiezan a “desfilar” uno detrás de otro y comienzan a whipear cada uno en su estilo y su altura… Hasta que no lo ves no lo crees. Solo ese momento ya vale la pena el viaje.
Volviendo a nuestra historia, aterrizamos en Munich, los vuelos directos a Innsbruck tienen unos precios prohibitivos, así que coche de alquiler y a conducir durante un par de horas hasta la bonita capital del Tirol. Iñaki, Jorge y Juan, los “culpables” de esta increíble experiencia están súper nerviosos, no paran de moverse y de comentar, además llevan varias horas sin wifi y eso la juventud lo lleva fatal, cosas que descubre uno viajando con sus hijos…
Nuestro plan, además de disfrutar del evento, es vivir la “experiencia Crankworx” a través de los ojos de Iñaki, de Jorge y de Juan, tres chavales de 14 y 12 años súper flipados de las bicis, que hacen BMX, campillo y algo de Mountain Bike. Para nosotros también será una experiencia nueva, les hemos “entregado” las claves del Instagram de la revista para que durante estos tres días suban las historias y los contenidos que ellos quieran, que comuniquen a su manera y con su lenguaje. Puede ser como pegarse un tiro en el pie o una triunfada total, si no lo probamos, nunca lo sabremos.
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Al día siguiente llegamos pronto al evento, toca acreditarse y recopilar información sobre horarios, lugares de interés y ubicaciones. De momento empezamos con un 2-0 en contra y eso que jugamos en casa. La “chavalería” tiene descargada en su móvil la aplicación del Crankworx (yo no sabía ni que tenía app) y ya controlan los horarios de los entrenamientos, autobuses para desplazarse de un sitio a otro, las disciplinas que se disputan ese día y la situación de los circuitos dentro del recinto. Además, como siguen en redes a “absolutamente” todos los riders, saben quién no viene, quién no tiene suficientes puntos para poder competir, quién está lesionado y no llega a tiempo para poder estar… Pues eso, de momento partimos en clara desventaja con respecto a ellos.
Después de las acreditaciones nos vamos a ver los primeros entrenamientos y a dar una vuelta general por el recinto. El hecho de estar justo encima de Innsbruck hace que la ubicación sea impresionante, por un lado las vistas a la bonita ciudad y al famoso trampolín olímpico de salto Bergisel, símbolo de la ciudad de Innsbruck y ubicado en el mismo sitio que el original de 1925. El resto del paisaje es montaña, montaña y más montaña, todo es verde, las gradas son naturales, es decir, las propias laderas desde donde casi podemos tocar a los riders cuando saltan… Vamos, lo más parecido al paraíso si te gustan las bicis y la naturaleza.
Además, el Crankworx es un evento Red Bull, así que puedes imaginarte el nivel y la estética del show, todo perfectamente organizado, bien indicado y marcado, zona de público, zona de prensa, una cobertura mediática impecable, megafonía y sonido perfecto, zona de paddock para mecánicos y equipos, food trucks de todo tipo para comer y beber, merchandising donde poder comprar de todo, carpas con expositores… Lo habitual en un show con el “sello” de Red Bull con el añadido que además están en Austria y eso siempre es un plus para ellos.
Una vez ubicados nos organizamos y empezamos a disfrutar de los primeros entrenamientos. La mayoría de los riders llevan ya varios días entrenando así que más que entrenamientos para familiarizarse con “los pinchos” son ya prácticamente ensayos para el día de la final pero sin los nervios o la tensión de ese día. Estamos tan cerca de ellos que casi podemos tocarles en el aire. Por más que lo intento hay trucos que soy incapaz de saber lo que hacen en el aire, imagínate si además tengo que aprenderme el nombre del “truquito” en cuestión.
Me alucina la capacidad de los chavales para saberse el nombre de todos los trucos y de identificarlos sin apenas esfuerzo, yo que a partir de un 720º ya me pierdo y casi necesito ver “la repetición” en cámara lenta para no equivocarme… Aprovechamos para disparar unas fotos y de paso saludamos a algunos periodistas/amigos que alucinan al vernos en plan “excursión de colegio” con los chavales en plan reporteros.
Va pasando el día, el cansancio se acumula, vemos algunas semifinales y decidimos ir a comer algo. Nos sentamos y a nuestro lado está Cam McCaul, ex-rider oficial de Trek, leyenda del freeride y ahora comentarista para Red Bull TV, los chavales están al borde del infarto… Le saludamos, nos hacemos unas fotos con él y los chavales le explican lo que han venido a hacer allí y comentan cosas sobre el evento. Los siguientes días esa escena se fue repitiendo con muchos de los pros, jefes de equipo, antiguos pro riders y entonces comprendí la magia y la cercanía de este evento. Las estrellas del DH o del slopestyle viven esto de la misma manera que nosotros, si el Crankworx fuera Fórmula 1, fútbol o baloncesto nada de esto hubiera podido suceder.
Durante todos los días, salvo en el momento de la final, los chavales pudieron charlar con todos los riders, les firmaron camisetas, hasta les dejaron su bici para que las probaran, eso hace que este evento mantenga intacta la autenticidad y la magia con la que surgió hace años en Whistler. Aunque para nosotros son ídolos y llenan las paredes de nuestras habitaciones, afortunadamente son estrellas en un universo pequeño como el del dirt jump, esperemos que por muchos años.
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Al principio iban un poco cortados pero según fue pasando el tiempo los chavales se soltaron y poco a poco fueron entrando en su papel de reporteros y la verdad es que, además de disfrutar del show y del mega montaje que es un Crankworx, el mayor gustazo fue ver con su evolución y sus progresos. El desparpajo y la soltura con la que los chavales se movían por el paddock, entraban en las carpas de los equipos pros en busca “la noticia”, hablaban con los mecánicos, con los managers, se marcaron sus propios videos, sus fotos, sus selfies, siempre en busca de un puñado de “likes” para MTBpro demostrándonos a los mayores que motivando y enfocando bien a las nuevas generaciones tenemos el relevo asegurado durante mucho tiempo.
El resto de los días los “gastamos” viendo el espectacular Dual Speed, el increíble DH que montaron en el bike park de Innsbruck con autobús de ida-vuelta y telecabina gratuita para el público y sobre todo del Whip-Off, que es de los mejores y más locos shows que he visto en mi vida, realmente alucinante. La anécdota de ese día fue que subimos al Whip-Off en el telecabina junto a Casey Brown, oficial de Trek, a la que deseamos suerte y mucho “power”. Lo gracioso es que acabó ganando el Whip-Off y al terminar la carrera les dijo a los chavales que le habían dado suerte y se hizo una fotos con ellos, eso no se les va a olvidar nunca.
Demasiadas emociones concentradas, han sido unos días súper intensos, llenos de momentos casi mágicos. Para los chavales una experiencia brutal a todos los niveles, han “tocado” a sus ídolos y los han visto en acción, aceptaron el reto de cubrir el evento para MTBpro, se lo curraron y cumplieron con nota, se han divertido y se llevan una experiencia única que recordaran durante toda su vida. En el aeropuerto, ya subidos al avión de regreso, antes de caer muertos de sueño, les oí murmurar que “lo más de lo más” sería poder ir a la final en Whistler.
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