Revoluciones del MTB (III): Los frenos de disco

Uno de esos inventos que pocos pensaban que se generalizarían como lo han hecho. Los frenos de disco han revolucionado de tal forma el mountain bike, que a día de hoy no podemos concebir otro freno que no sea el de disco.
Revolucion MTB freno
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autor mtbpro Miguel Ángel Galán
autor de las fotos Javier Martínez, Mariano Herranz, marcas.

fecha14/04/2016


La bicicleta de montaña había avanzado bastante en diferentes aspectos como el material de los cuadros, las suspensiones, que poco a poco se iban introduciendo... Sin embargo, en el apartado de los frenos, seguíamos anclados a los frenos a la llanta hasta la aparición, al fin, de los frenos de disco.

Pero hagamos un poco de historia... En las primeras bicicletas con neumáticos de goma maciza, los frenos consistían en una varilla que presionaba una pieza metálica contra el propio neumático. Con la llegada de los neumáticos rellenos de aire, este método era demasiado agresivo con la cubierta y fue necesario buscar otra forma de frenar sin tocar el neumático directamente. Entonces aparecieron los frenos que actuaban sobre el buje trasero con un simple movimiento de retroceso de los pedales, frenos que aún siguen hoy en día en uso en algunos modelos de bicicletas. Sin embargo su punto débil era el calentamiento que sufrían en largas frenadas, haciéndolos casi inviables en largos descensos. Lo mismo ocurría con los frenos de tambor, era mismo concepto pero actuados con una varilla o cable.

En paralelo, comenzaron a aparecer los frenos que actuaban sobre la llanta. Todo era ventajas: los diseños eran más simples, más ligeros, no tenían los problemas de calentamiento y permitían desmontar la rueda fácilmente para arreglar los pinchazos. Eran los frenos perfectos para las bicis... Hubo varios tipos de diseños, pero el que nos interesa es con el que nacieron las primeras mountain bikes: el freno cantiléver.  Fue una evolución orientada a conseguir mayor potencia de frenado, algo totalmente necesario para las bicicletas de montaña.

El cantiléver consiste en dos levas unidas a dos pivotes situados a cada uno de los dos lados de la llanta, en la horquilla y en los tirantes traseros. El tiro del cable era central, y las zapatas se situaban en uno de los extremos de las levas por encima del punto de giro. La ligereza, sencillez y facilidad de ajuste de estos frenos hizo que estuvieran mucho tiempo entre nosotros. Sin embargo les faltaba algo de potencia.

Y LLEGARON LOS V-BRAKE

Los v-brake fueron una evolución de los cantiléver, con levas mucho más largas y con tiro directo en lugar de tiro central: el cable tiraba directamente desde el extremo de una de las levas hasta el extremo de la otra leva. La palanca, y por tanto, la fuerza que ejercían las zapatas sobre la llanta era muy superior a los anteriores cantiléver. Las manetas de freno tuvieron que modificarse debido a ese aumento de potencia y a que se necesitaba más recorrido del cable. Con las manetas que existían para cantiléver el tacto era muy chicloso y poco modulable.

La capacidad de frenado era superior a los cantiléver, con un coste similar, por lo que se generalizó su uso rápidamente, y además no era necesario ya un punto fijo en el cuadro u horquilla desde el que tirar del freno. Por tanto, era mucho más sencillo de implementar en sistemas con suspensión, algo que ya empezaba a ser habitual en las mountain bikes de mediados de los 90.

Tanto en los v-brakes como en los cantiléver, muchas veces la fuerza aplicada sobre la llanta estaba limitada por la flexión que sufrían los pivotes que los sujetaban al cuadro u horquilla. Para limitar esta flexión, aparecieron los llamados «gorilas», una pieza en forma de medio arco que unía los pivotes, e impedía que éstos flexionaran, manteniendo la potencia de frenado.

Sin embargo, los frenos v-brake mostraban su debilidad en condiciones adversas, perdiendo bastante efectividad en mojado. Además, el barro arrastrado por las cubiertas se acumulaba en los frenos, provocando muchas veces incluso el bloqueo de las ruedas. Y en estas condiciones de barro, las zapatas se volatilizaban, pudiendo incluso llegar a quedarte sin frenos en plena ruta.

PRIMEROS FRENOS HIDRÁULICOS

Simultáneamente aparecieron algunos modelos que frenaban con zapatas a la llanta, pero con actuación hidráulica en lugar de cable y que, como se anclaban a los mismos pivotes usados por los cantiléver o v-brake, se podían montar en cualquier bici ya existente. Estamos delante de los míticos Magura (HS-22, HS-33, etc.), que daban una mayor potencia y también mejor tacto y capacidad para dosificar la frenada. Ya empezábamos a vislumbrar las ventajas del hidráulico, pero como contrapartida, contaban con un mayor peso y daban una mayor complejidad al sistema.

Y LLEGARON LOS FRENOS DE DISCO

Pero la verdadera revolución llegó a finales de los noventa con los frenos de disco. Como en toda evolución drástica, los inicios fueron duros. Muchos veían demasiadas desventajas: aumento de peso innecesario los más competitivos, aumento del mantenimiento para los amantes de la sencillez... Y era verdad: los primeros modelos exigían estar encima de ellos para mantener el buen tacto y aún no eran muy refinados.

Sin embargo, las ventajas eran evidentes: gran potencia de frenada que se mantenía incluso en mojado, el barro no afectaba tanto como a las zapatas, las llantas ya no se desgastaban, el peso se concentraba en el buje, pudiendo hacer llantas más ligeras, menor cansancio de brazos y manos en bajadas muy largas, etc.

Pero la historia de los frenos de disco, se remonta a mucho antes de que vinieran para quedarse. En los años 50 apareció algún prototipo que parecía que funcionaba y a mediados de los 70 Shimano ya disponía de algún modelo que utilizó en bicicletas urbanas. Era pesado y muy tosco, pero tuvo algo de éxito entre la gente que quería estar a la última.

Sin embargo, los frenos de disco no tuvieron gran acogida porque realmente no eran necesarios. La frenada que ofrecían los frenos a llanta era más que suficiente para el uso que se estaba dando a las bicicletas hasta ese momento. Sin embargo, con la llegada del mountain bike, se empezó a circular por caminos, cada vez por recorridos más difíciles y técnicos, y a mayor velocidad. Se empezó a ver la ventaja de los discos, sobre todo en condiciones adversas de barro y agua o con altas exigencias de frenado, por lo que poco a poco se fueron introduciendo en algunos modelos de bicicletas.

Inicialmente, la acogida fue mayor en el mundo del descenso, donde el peso importaba menos, y realmente se notaba una mayor eficacia de frenado. En 1996, Hayes, con su modelo Mag, fueron de los primeros en introducir los discos en esta modalidad. Todavía eran pesados y requerían algo de mantenimiento para un funcionamiento perfecto, pero la mejora de frenada merecía la pena.

Poco a poco se fueron introduciendo en modelos de otras modalidades, como por ejemplo en la Trek 8900, una rígida con suspensión delantera con la que la firma de Wisconsin apostó fuerte. Fue de las primeras, junto a la Gary Fisher X-Caliber, en introducir los discos en bicis de rally.

Paulatinamente, más marcas comenzarían a desarrollar frenos de disco para bicicletas (Avid, Hayes, Hope, Magura...), con el consiguiente abaratamiento y mejoras en peso, prestaciones, etc. Pero tuvo que ser Shimano, de nuevo, quien diera el salto que hizo que se aceptaran de forma generalizara y comenzaran a extenderse. Fue con la aparición en 2000 de los Shimano XT con dos pares de pistones asimétricos que proporcionaban un tacto y una progresividad desconocidos hasta entonces. El resto de la historia ya la conoces.

MÁS ALLÁ DE LA FRENADA

Pero más allá de mejorar la frenada la incursión de los frenos de disco ha cambiado el propio diseño de las bicicletas directa o indirectamente. Por ejemplo, las horquillas de suspensión ya no era necesario diseñarlas teniendo en cuenta el anclaje para los frenos a la llanta, por lo que los ingenieros adquirieron una mayor libertad. Lo mismo ocurrió en los cuadros, permitiendo una mayor libertad al diseñar los tirantes.

Los discos influyeron también en el diseño de las ruedas: los radiados se repensaron para aguantar las fuerzas que ahora actuaban sobre el buje y el diseño de las llantas ya no tenía que estar sujeto a las pistas de frenado, por lo que se han podido diseñar llantas más ligeras y de un ancho mayor, dando paso también a neumáticos más anchos, algo que a su vez  ha ayudado también a la especialización de muchos modelos de bicicletas según el uso al que se quiere destinar.

Al principio nadie los quería y ahora no podemos vivir sin ellos. El caso es que, aparte de la mejora en cuanto a frenada, los frenos de disco han supuesto una revolución en general en el diseño de las bicicletas de montaña. Y como colofón parece que acabaremos viéndolos también como un estándar en la carretera. Y si no, tiempo al tiempo.

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