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¡Prueba superada! Hemos vivido la Rioja Bike Race desde dentro. Tres días de mountain bike en los que he podido codearme con algunos de los mejores bikers del XC nacional e internacional y disfrutar de paisajes y senderos de primera categoría.
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Quinta edición de una prueba en la que sin duda han dado con el formato que mejor se adapta a los participantes fuera del ranking élite UCI. Sin duda es la categoría master el principal motor y objetivos de estos eventos. Tres etapas de fin de semana en las que poder codearse con lo mejor del XC nacional en internacional. Etapas cortas, con recorridos Cross Country.
Logroño ofrece a su vez un amplio abanico de actividades gastronómicas y culturales con la que los acompañantes también pueden encontrar un fin de semana atractivo. Asimismo, el diseño de las etapas con salida y meta en el mismo sitio facilita mucho la logística a la hora de cubrir las necesidades del corredor. O lo que es lo mismo, te llevas a la mujer con los chavales y de aburrirse para nada. Unos a correr y la pareja, si no le va el rollo..., «Te espero en meta para verte», puede visitar la ciudad sin problema.
Fin de semana del 11 al 13 de mayo. De los algo más de 1.200 participantes, cerca de 1.000 son máster 30, 40, 50 y 60 dispuestos a disfrutar haciendo lo que más les gusta, rodar y divertirse sobre ruedas. Mancharse de barro, sudor y sangre... pero poca. A poder ser, salir sin un rasguño, que el lunes hay que volver al trabajo.
Octagon, empresa organizadora de Andalucía BR, Cataluña BR y Asturias BR, cuenta con la ayuda de Carlos Coloma para el diseño de las etapas para su prueba de La Rioja. Las carreras de XC han ido evolucionando mucho en los últimos años y de los circuitos, donde la técnica y pericia no eran determinantes, han pasado a tener tramos dignos de un enduro.
Tres etapas con salida y llegada en Logroño con senderos, bajadas técnicas y bellos paisajes entre viñedos son su reclamo. Otro atractivo de estas pruebas es sin duda la participación de profesionales como Coloma, Hermida, Oliver, Morcillo y los internacionales Luis Leao Pinto, Van der Poel. Un placer que en otros deportes es impensable. Poder compartir paddock, hacerse fotos, charlar con ellos y hacer los mismos recorridos, aunque luego veas a la hora de la clasificación que, en esa misma etapa, te han sacado más de una hora.
Pero bueno, nuestro objetivo era vivir La Rioja Bike Race desde dentro y utilizarla como banco de pruebas de la nueva Giant Anthem 29 Advanced Pro, una doble rígida y ligera totalmente rediseñada y perfecta para enfrentarse a los exigentes circuitos de XC actuales.
Los chicos de Giant nos facilitan, además de la bici, todos los accesorios para formar parte del equipo Giant en La Rioja BR: casco, zapatillas, textil del azul cobalto de la marca taiwanesa. Pero además tendremos su asistencia técnica durante la carrera. ¿Qué más se puede pedir para hacer un test?
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Viaje desde Madrid el día antes al corazón de La Rioja en poco más de 3 horas y media. Llegada al Palacio de los Deportes de La Rioja para recoger el dorsal para mí y la acreditación de prensa para mi compañero de este viaje, Mariano Herranz, que se hará cargo de todo el reportaje fotográfico de la prueba. Allí también se sitúa el paddock, donde las carpas y stands de los distintos patrocinadores ocupan un amplio parking y es la salida y llegada de las tres etapas.
Saludo a amigos, ex compañeros de equipo y algún que otro amargado del ciclismo, que desde el momento que estás en la cola para recoger el dorsal ya te está protestando... «Pues anda que no va lento...». «¿Y con lo que he pagado sólo te dan esta mierda?...». Procura mantener la distancia con estas personas, que si no te acaban amargando el día.
Con el dorsal en la mano y la bolsa de corredor, nos vamos al hotel a descargar todo el material entre bicis, maletas, cámaras de fotos, objetivos, ordenadores… La tienda en casa. Cenar y a dormir. Mañana empieza La Rioja Bike Race.
Día soleado con temperatura ideal para dar pedales. Nos espera un recorrido con tres subidas largas, más las emboscadas propias de la zona. En total acumulan 2.079 metros de desnivel.
Visita a la carpa de Giant, donde Manu, el mecánico, siempre atento, nos hace algunos ajustes de última hora.
Doce cajones para la salida, en los que se agrupan por categorías, VIP, Elite Pro, Máster… y los inscritos a última hora, como era mi caso, que salen de la parte final. ¡Dios...!, más de 1.200 tíos por delante...
Salida de Logroño por unas pistas con pequeñas subidas por las que vamos atravesando los viñedos típicos de la zona. En alguna bajada voy encontrándome alguna que otra víctima de toques entre manillares y alguna salida de pista en curva. Lo normal cuando por delante llevas a 1.000 ciclistas tratando de buscar la mejor posición para entrar en un sendero.
La subida por pista empieza a poner a cada uno en su sitio. Comienza la selección natural. Parece que esto se va estirando, siempre que levanto la mirada a lo lejos, puedo ver una hilera de gente más o menos a rueda unos de otros, delante de mí.
Empezamos la primera bajada y... ¡tapón! Pasar de la pista a una pequeña senda se convierte en un embudo que nos hace parar varios minutos.
Tras la espera, aprovechando para recuperar, comer y beber, inicio la bajada. Una senda preciosa entre arbolado frondoso. Es lo que tiene el norte de la península. Los bosques son muy densos en vegetación, pero lo que para unos es belleza para otros se puede convertir en peligro. Ramas en las que el manillar de la Anthem se puede enganchar de un momento a otro y tirarme al suelo. Pero aun así, disfrutar de estas bajadas es casi una obligación.
De nuevo subida por pistas, donde la Anthem no me recuerda para nada a su modelo predecesor. Parece que lleve una rígida. El doble mando de bloqueo para amortiguador y horquilla hace que con un simple clic pase de tener una doble de 90 mm en amortiguador y 100 mm en la horquilla a una bici totalmente rígida con la que aprovechar todas mis fuerzas.
Llegada al punto más alto y casi ecuador de la etapa. Me quedan por delante dos bajadas enlazadas que con solo oír su nombre te esperas entrar en el paraíso: «Senda preciosa» y «Senda bonita». Y la verdad es que no me decepcionaron para nada. Curvas y contra curvas que bajo enlazando con un terreno en perfecto estado, con el agarre ideal... Busco ya la última subida hacia Clavijo.
Parada en el avituallamiento para reponer fuerzas y sobre todo líquidos. Las largas subidas van pasando factura. Ya solo queda una larga bajada y llano. El Garmin a 60 km/h. Pista de grava y zas…. Pinchazo en la rueda trasera. El líquido tubeless no tapona. Es un pequeño corte por el que escapa el aire. Me paro y tapono con el dedo para facilitar que el líquido tubeless lo tapone. Parece que lo hace y arranco de nuevo.
A escasos 500 metros de nuevo el aire vuelve a salir con el líquido que no consigue tapornar. De nuevo pongo el dedo y giro la rueda para que la mayor parte del líquido vaya a esa zona. Parece que tapona pero en cuanto monto y la cubierta se deforma al ponerme de pie o al tomar una curva el aire escapa de nuevo. La presión ha bajado bastante, saco una bombona de CO2 y se la pongo. Horror, si le meto más presión la raja se abre más… Qué desesperación. Estoy pinchado y tengo que quitar aire... Esto es de locos. Primordial que la llanta no toque el suelo. Sus aros de carbono podrían quedar hechos polvo si intento llegar en llanta hasta la meta.
Consigo hacer los últimos 10 km hasta meta como puedo. Ya veo Logroño, ya veo la meta. Primera etapa superada.
Resaltar que la prueba no facilita los track de GPS. Y todo es a base de marcaje del recorrido con flechas de distinto color según la etapa. En ningún momento del recorrido había duda de por dónde continuar. Un 10 por esta labor tan difícil de la organización.
Una bebida refrescante en meta y al hotel, por la tarde a unos les espera el descanso, pero a mí, me esperaba una dura sesión de fotos con la Anthem 29 Advanced Pro. Ducha y bocadillo de jamón serrano con tomate, el mejor «recovery» de todos los tiempos, junto con dos jarras de cerveza con limón.
Pero antes de las fotos, pasamos por la carpa de Giant para cambiar la cubierta trasera. Manu, el mecánico de Giant, nos la cambia enseguida. Tenemos la bici lista en 10 minutos.
Si no sabes cómo va una sesión de fotos, te contaré que es estar montado en bicicleta, pero sin montar... Hacer pasadas por el mismo sitio hasta que en una misma foto coinciden la buena posición, la luz, el encuadre... y el Dios es Cristo del fotógrafo. Casi tres horas en las que al final acabamos en un monasterio abandonado, bajando por un sendero de piedras. Un sendero de 200 metros de desnivel por el que para volver tuve que hacerlo empujando la bici. Pero el objetivo de sacar una buena foto de portada para MTBpro de la Giant Anthem 29 estaba cumplido.
Suena el despertador y me pregunto: «¿Qué he hecho yo para merecer esto?». El cuerpo me pide cama. Las más de cuatro horas de etapa y las cuatro de por la tarde grabando vídeos y haciendo fotos sacan mi lado tortuga y meto la cabeza dentro de las sabanas. A ver si Mariano no me ve, se va a la salida pensando que ya me he ido y yo me salto la etapa.
En la mesilla está la guía de carrera de la prueba. Miro los kilómetros y no parecen mucho los 65 km, pero viendo el desnivel, 2.178 m, me doy cuenta de que hoy va a ser un día duro. Es la etapa reina, la etapa Buff. A ello se le suma que la previsión del tiempo es de algún chubasco y un descenso de temperaturas, bajamos a los 10º-12º C.
Pero aquí hemos venido a por La Rioja Bike Race y no nos iremos sin ella. Desayuno de tostadas clásicas y un café con leche. Preparo la ropa y a la carpa de Giant.
Por el camino, en el paddock voy cruzándome con caras conocidas. Intercambio unas palabras con José Antonio Hermida sobre la etapa del día anterior. Me dice que «ya no respetan a los viejos» con su buen rollo habitual. El ambiente que se respira es muy familiar. Muy cercano. Y eso que son más de 1.200 participantes.
En la carpa, Manu me vuelve a atender de maravilla. Le comento las sensaciones en las bajadas y me recomienda bajar un poco la presión de la horquilla y el amortiguador con el fin de aprovechar más su recorrido. La etapa tiene bajadas bastante técnicas, muy próximas al enduro. Agradezco su consejo y bajamos presiones. Ahora la Anthem tendrá un tacto más blandito.
La regulación de la suspensión, así como su adaptación al peso y tipo de conducción que quiera el corredor, es fundamental. Es bastante habitual ver ciclista con poca experiencia bajar con una doble como si fuera sentado en la silla eléctrica. La compresión y el rebote puede variar muchísimo el comportamiento de una misma bicicleta.
Salida a las 10 en punto. Lo bueno de este horario y que el hotel esté a escasos 500 metros hace que los madrugones no sean excesivos. Hoy toca salir del cajón 10. Menos mal, hoy solo llevo por delante unos 900 tíos. La salida de nuevo se hace rápida, los nervios por ir lo más delante posible provocan algún que otro enganchón de manillares con la consecuente caída. Y eso que los primeros 25 km de la etapa son todo picando hacia arriba.
El día nublado se torna lluvioso. La noche anterior cayó alguna tormenta y el suelo está bastante mojado, pero no llega ser barro. Hasta que llegamos a un tramo de la subida por pista, que entre el desnivel y lo resbaladizo del suelo hacen que todo el mundo tenga que subir empujando la bici. Los pasos por verdes praderas camino de Moncalvillo son continuos. Cuando parece que llegamos al final de la subida… ¡tapón! De nuevo toca esperar, los algo más de 20 km de subida no han estirado suficiente la carrera para evitar el embudo. Difícil poner a todos en fila. La organización en este caso debería plantearse la salida por cajones con alguna diferencia de tiempo para así escalonar más el paso de los corredores.
Nos espera un descenso por la Hermadaña, otro de los parajes más bonitos de la zona. De nuevo toca exprimir bajando la Anthem. Y, joder, qué diferencia. La bajada de presión en la suspensión hace que el «flow» aparezca bajo mis piernas. Raíces y piedras no suponen problema alguno. Delante de mí, alguno de los participantes opta por bajarse de la bici en algún tramo. A mí ni se me pasa por la cabeza. Estoy disfrutando en una bajada casi de enduro. El manillar de 780 mm pasa entre los árboles muy justito pero da un control sobre la bici brutal.
De nuevo enlace con la siguiente bajada por pista. Duros repechos rompe piernas que hacen exprimirme a tope. Con 32 de plato y la corona de 50 puedes llegar hasta donde la fuerza te acompañe. Tampoco te flipes. Si no hay fuerza, no hay avance. El montaje SRAM GX Eagle 12v es ideal. El monoplato le da sencillez a los cambios. Solo hay que subir o bajar coronas.
Disfrutando de nuevo de la bella bajada de las Neveras, un descenso que se hace completo, para continuar en dirección a Logroño. Pero antes toca pasar por otro sitio emblemático de la zona. El Pico del Águila. Una bajada bastante técnica con algún que otro barranco. De esos de los que «vas o no vas». De los que psicológicamente no ves el final de la bajada, pero que con la ayuda de los que allí estaban viendo la prueba, sus consejos sobre por dónde es la mejor trazada, lo haces. Así, sin pensarlo. «Es-pec-ta-cu-lar…». Bajada de puro mountain bike.
Llego a meta sin pinchazos, con la sonrisa en la cara de aquel que ha disfrutado del día, pese a los tapones y al resbaladizo barro de la subida que hizo patear empujando la bici, pero que ha sido ampliamente recompensado con lo espectacular de las bajadas.
Etapa dos cumplida. Al hotel y a comer algo, que cuatro horas de bici dan mucha hambre. Restaurante del hotel cerrado y sugerencia de recepción, un wok que esta a escasos 500 metros de donde estamos.
Llevados por el ansia de comer, allí nos dirigimos con los ojos vueltos. La comida del wok tipo buffet, pues... imagínatelo. En un solo plato mezclé pasta, arroz, rollitos de primavera. Me levanto a por el segundo y traigo variedad de sushi con su salsa de soja. En el tercer plato me decido por unas ancas de rana que nunca había probado. Muchas risas, bromas y mucha hambre dan paso a un postre de helados y tartas. Antes de salir por la puerta ya me estoy arrepintiendo de todo lo que he comido... «Pero si yo sólo quería comer un bocadillo de jamón serrano con tomate y una cerveza»...
Por la tarde, el estómago empieza a dar señales de alarma. Algo no va bien. Llega la hora de cenar y lo hago más por compromiso que por apetito. De nuevo decidimos ir al Wok porque es la opción más rápida para cenar. Estamos deseando irnos a la cama. Esta vez la cena me la tomo más sosegada. Algo de arroz y poco más. El cuerpo me está diciendo basta. Aun así, me arranco por la banda con otra de ancas de rana...
Regreso al hotel estirando las piernas, pero no el estómago. La gran bola de fuego que llevo dentro empieza salir en forma de ardores. Por la noche no puedo pegar ojo de la acidez. En qué hora me dijeron lo del Wok. A las 5 de la madrugada, por fin el cuerpo dice basta y me encuentro frente al la taza del WC echando toda la cena. Por fin, me quedo vacío, pero podré dormir algo mejor.
Sin apenas pegar ojo en toda la noche toca afrontar la última jornada. En este caso algo más corta de kilometraje y con menos desnivel: 686 m. El día es soleado y con un fuerte viento. Según comentan, nos espera mucha pista hasta enlazar las tres bajadas de Cross Country.
Salida puntual a las 10 h desde el cajón numero 9. Hoy me he quitado otros 100 tíos de en medio. Empezamos por carretera y comiendo cuneta. El viento es muy fuerte y muchos buscan resguardo en la rueda que les precede. De nuevo algún enganchón y entramos en pistas junto al rio Ebro. Terreno rompe piernas hasta llegar a un sendero de subida. Y de nuevo… ¡tapón! Un buen rato parado esperando que el embudo absorba a los 1.200 corredores y los ponga en fila de uno. Mientras espero admiro el paisaje de viñedos. Lo cierto es que el sendero de subida lo deben hacer Coloma y cuatro más que hagan trial. Unos escalones de subida bastante altos hacen que el 95% eche pie a tierra para subirlo.
Pero aún nos espera la guinda del pastel. La Grajera, donde se sitúa un circuito de XC trabajado por los clubes de la zona. Rampas, saltos, peraltes… Alguno que otro se decide a tomar las rampas y saltar. Y por supuesto... alguno se deja los dientes en el intento. Saltar por una rampa sin saber lo que te espera a la recepción del salto es como jugar a la ruleta rusa. Y a más de uno se le disparó la pistola. Con la Anthem gozo de la bajada, dejando los vuelos para los «sin miedo».
De nuevo enlace con algunos tramos de carretera y fuerte viento. Esta vez el único avituallamiento lo paso sin parar gracias a Manu, que reparte bidones de agua a los «oficiales Giant».
Enlace con otro sendero que me lleva a la bajada del Monte de Pila. Poco me queda de disfrutar de esta La Rioja Bike Race. Tras senderos entre viñedos, se ve al fondo la ciudad de Logroño. Llegada a meta con cansancio y mucha flojera de piernas. Pero de nuevo con una sonrisa de haber disfrutado de los mejores senderos de la Rioja.
Medalla de finisher y a la carpa de Giant para despedirnos de nuestros compañeros de Giant durante este intenso fin de semana.
Pero no nos vamos de Logroño sin antes grabar un vídeo para las redes sociales, pasar por el hotel a duchar, recoger maletas y trastos, y comernos un buen plato de paella que la organización ofrece a todos los asistentes. Y hasta el año que viene si Dios quiere.
Experiencia recomendable 100%. Con algunas cosas a mejorar como son los tapones, pero que son compensados por unas bajadas de puro XC. Y todo dentro de un ambiente muy agradable en el que puedes sentirte muy cercano a grandes corredores de la talla de Coloma, Hermida, Morcillo, Pinto, Oliver o ese diamante ya pulido que es Mathieu van der Poel, que por cierto arrasó en los tres días de carrera. Claudia Galicia venció en Féminas Élite. Y además en una ciudad con una gran oferta de ocio y gastronomía.
Nos vamos de La Rioja Bike Race con una buena prueba de fuego para la Anthem 29 Advanced Pro, con una nueva experiencia en este formato perfecto de carrera de tres etapas y con el cariño recibido por los riojanos en los puntos clave de todo el recorrido.
Volveré.
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