Texto: Doug Mcdonald / Fotos: Kike Abelleira
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Si le preguntas a cualquier grupo de bikers por qué monta puedo garantizarte que la palabra "libertad" aparecerá. Para mí es un concepto que asocio de manera muy clara con mi bici y, como guía de MTB, también ha llegado a significar liberarme de un trabajo de 9 a 17 h. Me gusta decir que el estrés vive en los valles, no en las montañas, y mi bici es el vehículo que me lleva a la libertad de estos picos libres de estrés.
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Si buscamos el antónimo de libertad, el diccionario nos devuelve cautiverio, encierro, encarcelamiento, restricción e incluso impotencia. Supongo que todos sabemos a dónde voy con esta reflexión literaria. El 14 de marzo de 2020, en toda España, perdimos nuestra libertad.
Inicialmente, la idea de imponer restricciones generalizadas parecía totalmente imposible. Pero sin embargo, en los días previos al confinamiento, sabíamos que se avecinaba algo grande. En BasqueMTB entramos en un modo de emergencia total, tratando de sacar a nuestros huéspedes de España y ayudándolos a regresar a sus hogares, mientras que llamábamos a las personas que iban a llegar para decirles que se diesen la vuelta!
Cuando llegó el 14 de marzo ya estábamos todos en nuestras casas y resultó que no íbamos a poder salir durante las quince semanas siguientes, aparte de las salidas imprescindibles para hacer la compra. Durante las primeras dos semanas, monté en bicicleta en el garaje, practicando mi técnica de trial, pero al poco tiempo, me invadió una especie de letargo. Habíamos tenido que cancelar o reprogramar todos los viajes de nuestra oferta de vacaciones de mountain bike para 2020, y eso me dejó una sensación de falta de rumbo. Sin nada en lo que centrarme, sin impulso hacia adelante. Los días se entremezclaron entre sí con la única diferencia de un período intercalado de sueño cada 16 horas de vigilia.
En realidad no estuvo tan mal, sólo resultó algo extraño y apático. Sé que mucha gente estaba sufriendo mucho y no quiero pintar un cuadro más oscuro que la realidad. Supongo que fue una especie de sonambulismo a través de los días en lugar de un sufrimiento real. Fue de agradecer el poder pasar tiempo con la familia y con pequeños proyectos en casa, aunque con una extraña sensación de vacío.
Recuerdo claramente que un día me desperté con esa sensación de otra noche de ese sueño insatisfactorio que tienes cuando el cuerpo no está cansado. Tuve una idea…, necesitaba algo en lo que centrarme, un objetivo, y tenía un plan aproximado en mi cabeza.
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Llevaba mucho tiempo pensando en una serie de senderos que quería unir. Una aventura de alta montaña rodeando el pico más alto de los Pirineos, el Aneto, que se encuentra a 3.404 m, rodeado de otras montañas de más de 3.000 m. Para hacer más auténtica la aventura, cada noche se podrían usar campamentos de alta montaña transportados por un grupo de mulas, mientras trazásemos nuestro camino a través de ese increíble entorno.
Cada noche, nuestros amigos Alberto y Álvaro de Trekking Mule nos esperarían en una tienda de campaña, con vino y comida caliente. Cada mañana nos ofrecerían un gran desayuno antes de partir hacia nuestro próximo campamento. Hemos disfrutado de muchas aventuras con Trekking Mule a lo largo de los años y, parte de la razón de este viaje, sería poder pasar tiempo con los amigos que hemos hecho en todo este tiempo. Aquella misma mañana empecé a mover los hilos para concretar los detalles del plan.
En este viaje, después de tanto tiempo en casa, quería acercarme lo más posible a la naturaleza, realmente salir y respirar el aire limpio y fresco de la montaña, pasando el mayor tiempo posible en bici y utilizando los mínimos remontes. Lo comenté con Orbea y nos ofrecieron su apoyo. Desde el principio, BasqueMTB ha colaborado con Orbea en muchas aventuras y siempre es un placer trabajar con ellos. Entre otras cosas, nos enviarían un fotógrafo y un cámara. Además, nos prestarían unas Occam para la ocasión. Ya tengo una Occam y, junto con la Fox 36 es la herramienta perfecta para estas grandes aventuras. Mirando al futuro, el confinamiento parecía estar programado para terminar a mediados o finales de junio, así que preparé el viaje para principios de julio, pensando que sería una luz al final del túnel y marcaría el inicio de nuestro regreso a la añorada normalidad. ¡Qué poco sabía!
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Para aventuras como esta se necesitan amigos. Con algunas llamadas logré reunir a unos cuantos. Personas con las que habíamos compartido experiencias similares a lo largo de los años y que comparten nuestra filosofía. Como fotógrafo contaría con Kike Abelleira y para el vídeo con Martín Campoy, un gran equipo para compartir este tipo de aventuras. Estos titanes pueden realizar largas rutas con grandes mochilas llenas con el equipo de cámaras y aun así ser más rápidos que tú, y todo ello sin que sus sonrisas se desvanezcan en ningún momento. También invitamos a Quiri... ¿Cómo se puede vivir una aventura en el Alto Pirineo sin Quiri?…, que a su vez grabaría videos para su canal de YouTube. Paul de VojoMag también nos acompañaría durante el viaje. Chris de Pyrenees Connection y Marc y David de Aran Bike Parks nos ayudarían con la logística en sus respectivos valles. Borja y yo seríamos los guías.
Esta aventura también necesitaba una ruta, o al menos lugares para acampar. Mi idea era enlazar Aínsa con Benasque y con la Val d´Aran, para acabar de vuelta en Benasque. En otra ocasión hubiese estado bien terminar el bucle de regreso en Aínsa, pero por falta de tiempo no era posible. Con los campamentos previstos en Basa de la Mora, Puerto de la Picada y el Embalse de Llauset, se definió el recorrido.
Los puntos intermedios serían flexibles porque en estas áreas hay muchos senderos y muchas opciones. Este viaje nos iba a llevar de Aragón a Francia y del país vecino a Cataluña, recorriendo algunos de los mejores senderos disponibles en el camino. Realmente, el recorrido no podía ser más sencillo: “mantén el Aneto a tu derecha y sigue adelante”, así que no voy a perder tiempo detallándolo. Créeme cuando digo, después de haberlo hecho, que los senderos fueron increíbles, épicos y con todos aquellos ingredientes que buscábamos. Algunos hitos a destacar fueron el recorrido completo de Sierra Negra, donde entramos y salimos de las nubes a unos 3.000 m durante toda la mañana. Aquí, las marcianas rocas dentadas alrededor del Pico de Vallibierna entraban y salían de las nubes y me imaginaba a Boromir diciéndome: ”¡No se entra así como así en Mordor!".
Otro punto a destacar fue el sendero completo desde La Picada a Bordes, terminando con nuestros amigos de Arán Bike Parks. En un día normal hubiéramos hecho algunos remontes en el valle, pero esta vez nos conformamos con comida caliente y varias cervezas. Ese sendero lo tiene todo y la última parte era nueva para mí, y definitivamente, es algo que estoy deseando repetir lo antes posible. Cada día tenía algo especial…, nuestro primer descenso desde El Refugio de Armeña a Barbaruéns fue frustrante, con un pedal roto que no pudimos reparar y nos hizo ver a Quiri descender a pie durante kilómetros. Ese sendero es definitivamente uno de los más difíciles que conozco, pero por eso mismo me encanta, por su estilo “anti-flow”, “hazlo o muere”. ¡Esta bajada no te da nada gratis!
Como decía, no voy a dedicar mucho tiempo a detallar la ruta. No fue la parte más importante de esta aventura. El pegamento que unió esta aventura fue simplemente el estar en las montañas, dormir bajo las estrellas, pasar días con amigos, montar, caer, beber vino, reír, tocar el ukelele y cantar.
En este viaje se trataba de sufrir y de escapar. Después de semanas sin nada de ejercicio real, ninguno estábamos en buena forma, ¡y este no fue un viaje que ofreciera sus recompensas fácilmente! Cada día teníamos algunas horas de caminata con bici a la espalda. A menudo el terreno era empinado y, en el caso de Llauset, estaba suelto y muy expuesto. La mayor altitud privaba a nuestros pulmones de oxígeno y las piernas que se habían atrofiado durante las semanas anteriores gritaban quejándose. Algunos días, caminando hacia las cumbres, las bicicletas se apretaban contra nuestras espaldas, con cada punta afilada de la bicicleta buscando todos los músculos doloridos y pinchándolos. En estos días, los pasos hacia las cumbres resultaban caros. Sin embargo, fue un buen sufrimiento. Casi como una limpieza. “Duro para el cuerpo, bueno para el alma” se convirtió en la frase del viaje y alrededor de las botellas de vino, cada noche bajo las estrellas, Martin escribió la melodía del viaje.
Ya ha pasado tiempo desde que compartimos este viaje. El regreso a la normalidad que esperábamos no se ha producido aún. Sin embargo, esta aventura ha vivido en nuestras almas, las sensaciones están encerradas allí. Estos recuerdos seguirán ahí para aprovecharlos cuando sea necesario y para nutrirnos. Era exactamente lo que necesitábamos.
Y tú… ¿Por qué no planificas tu aventura? No tiene por qué ser complicado. Cambia tu rutina de andar en bici, pasa una noche en la montaña, prueba a unir nuevos senderos, sufre un poco o supera tus límites. Disfruta de la libertad que tienes para disfrutar de estas pequeñas o grandes aventuras. Disfruta de la libertad que te brinda tu bici.
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