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Puede que ya hayas visto alguna bici de Gravel volando sobre alguna pista. Tu bici de XC de carbono parece lenta y pesada en comparación con ellas. Empiezan las dudas: ¿cambio de bici? ¿añado una más a la “colección”? Vamos a intentar ayudarte.
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¿Hemos vuelto a los años 90 y John Tomac vuelve a reinar en el Mountain Bike? ¿Se está imponiendo el manillar de carretera en los caminos? No, son las bicicletas de Gravel. Ligeras y rápidas en pistas y senderos. De hecho, hay usuarios que abogan por aparcar las XC rígidas y sustituirlas por los nuevos modelos Gravel. Sin embargo esto es un error. Son modalidades diferentes, cada una con sus características y puntos fuertes. Vamos a verlos.
El Gravel es el nuevo movimiento ciclista de moda. El renacimiento de un tipo de ciclismo que, en realidad, es muy antiguo. Prácticamente tan antiguo como el propio ciclismo. En una Europa más rural, de caminos de tierra en lugar de carreteras, la bicicleta fue el medio de transporte individual por excelencia. Los primeros Tour de Francia nos dejaron imágenes de ciclistas como Gino Bartali, Fausto Coppi, Lousin Bobet o Jacques Anquetil subiendo puertos por carreteras sin asfaltar. O, en una época más moderna, la aparición del Mountain Bike añadiendo ruedas de cross a bicicletas, prácticamente, de paseo.
Y ese es el espíritu que hoy se quiere recuperar con el Gravel. Desde los que se cargan la mochila y alforjas y reflejan el concepto “adventure” que en muchas ocasiones rodea esta modalidad, hasta los que hacen rutas de un día a un ritmo endiablado, prácticamente trasladando un entrenamiento de carretera a la tierra.
Antes de continuar, para quien lo tenga claro, habría que poner a las bicicletas de Gravel en situación. No son bicicletas de carretera, o de ciclocross, con ruedas más gordas. La geometría es diferente, más cómoda, pensada para viajes más largos cargados con bultos y alforjas. Pero tampoco son bicicletas de XC.
El Gravel está redefiniéndose, la vuelta a los orígenes no está reñida con aceptar de buen grado las últimas innovaciones. Por ejemplo, prácticamente nadie concibe una bicicleta de Gravel moderna sin frenos de disco y ejes pasantes. Hay otros factores tecnológicos, como el sistema Future Shock de la Specialized Diverge que aparece en este artículo, que también son bien recibidos en el Gravel.
Las bicicletas de XC actuales están pensadas para otra cosa. Especialmente si nos metemos en los modelos tope de gama que son diseñados para competir. Esfuerzos máximos durante dos o tres horas en los que necesitamos obtener el máximo de nuestro rendimiento. Al igual que ocurre con las de Ciclocross. Incluso en una bicicleta rígida para Maratón, el cuadro está diseñado para ser lo más ligero posible con una geometría agresiva.
El espíritu del Gravel es diferente, es un viaje. Entrar y salir de la carretera a los caminos y viceversa con un comportamiento más lineal en ambos terrenos. Evidentemente, con una bicicleta de Gravel, más ligera y con neumáticos más finos, podremos volar en las pistas, incluso hay quien las utiliza para entrenar. Pero si la utilizamos exclusivamente en el monte, cuando se complica el terreno echaremos mucho en falta la horquilla de suspensión o un mayor balón de los neumáticos.
Evidentemente, cualquiera de las dos bicis vale para (casi) todo. No pasa nada si hacemos un tramo de carretera con unas ruedas de 29x2.35” o si nos toca bajar algún tramo más roto con la de Gravel, pero está claro que las dos tienen su terreno.
Sin entrar en las diferencias específicas de las bicicletas que ilustran este artículo, la Specialized Epic HT y la Specialized Diverge, hay que señalar que existen ciertas diferencias entre ambas modalidades, incluso entre una bicicleta de Gravel y una de carretera, que les condiciona en su comportamiento y modalidad.
La primera de ellas son las ruedas. Unos neumáticos de 32-35 mm, con tacos o no, no nos van a dar el mismo agarre que unos de 2.2”, para lo bueno y para lo malo. Ni nos lastrarán tanto en carretera o zonas con en firme compacto ni tendremos la misma seguridad en piedras, arena o terrenos muy rotos.
Es cierto que, en aras de una mayor polivalencia, algunas bicicletas de Gravel como la Specialized Diverge admiten ruedas de 27,5” pero, además de que esto no ocurre en todos los modelos, originalmente se han diseñado para utilizar con neumáticos de 700 y un ancho entre 30 y 35 mm. Otra diferencia palpable es la horquilla, que añade peso pero también un plus de seguridad y comodidad en zonas muy bacheadas.
Donde mejor se mueve una Gravel, por geometría e idiosincrasia (que viene dada por el manillar, más ancho que el de carretera pero más estrecho que el de montaña, y las ruedas, de 28 o 32 mm y ligeros tacos) es en las pistas y senderos con muy buen firme y poco desnivel. En tierra compacta que drena muy bien el agua pero no está suelta. Ahí es donde podemos aprovechar al máximo sus virtudes.
No obstante, el Gravel está en un momento de cambio y evolución en el que cada usuario adapta su montura a sus necesidades. Nos encontramos bicicletas con grupos similares a los de carretera (generalmente con platos compact o inferiores), que junto a la mayor ligereza pueden hacernos volar en las pistas sin mucha inclinación. Hasta montajes con transmisiones 100% de Mountain Bike, por ejemplo con monoplato de 32/34T y piñones de 40-42 dientes, si no más.
No obstante, en términos generales, si nos toca enfrentarnos a subidas prolongadas y/o con mucho desnivel, el mayor balón de los neumáticos de una XC, así como los piñones superiores de 42 y 46 dientes, por no hablar de un plato de 26 si tenemos doble plato, serán nuestros mejores aliados.
Por su parte, las XC han dado un giro hacia la polivalencia y capacidad bajadora en los últimos años. Las geometrías tienden hacia unos ángulos de dirección más lanzados para que, pese a los cuadros rígidos, sean buenas bajadoras. Con ellas incluso nos podamos meter en los “rock gardens” de los circuitos de Copa del Mundo.
Con una bicicleta de Gravel podremos subir cualquier puerto de montaña, incluso contando con la polivalencia de poder hacerlo por camino o por carretera. De hecho, buena parte del concepto Gravel es disfrutar de los caminos y senderos, pero cuando llega la hora de afrontar un puerto con desnivel y longitud considerables, poder hacerlo por carretera, si así lo preferimos.
La XC nos permite lo mismo, evidentemente, pero todos conocemos la sensación de lastre que supone ir con unas ruedas gordas de tacos por carretera. Una tortura, especialmente si el calor aprieta, en la que notamos cómo el neumático se pega al asfalto.
Bajando ocurre lo mismo. Para poder afrontar bajadas de 10 km, o más, por pistas con una Gravel hay que tener muy buena técnica y muy buena forma física. El terreno roto hará mella en nuestros brazos ya que perdemos mucha de la capacidad de absorción de irregularidades de un neumático más ancho y toda la de la horquilla.
Si vienes del MTB de los 90 recuperarás sensaciones perdidas con los avances en las suspensiones o la llegada de las ruedas gordas: el dolor de brazos y la seguridad de que cualquier error se paga.
El Gravel es una modalidad divertida, muy divertida. Y polivalente. Con ella podremos hacer muchas cosas. Pero hay que tener muy claros los límites. Por mucha técnica que tengamos una trialera no es lugar para una bicicleta de Gravel.
Por eso las bicicletas de Gravel y las de XC están llamadas a coexistir, cada una tiene su territorio y su terreno. El ciclismo se está especializando cada vez más. No es que una bicicleta XC no te sirva para ir por cualquier terreno, es que hay productos que son, cada vez más, mejores en un rango determinado.
Una XC actual es una máquina explosiva, con una buena capacidad para subir y para bajar, altas dosis de manejabilidad y la posibilidad de meternos en trialeras y zonas de terrenos rotos. Con una Gravel, sin embargo, volaremos por senderos y pistas con buen firme, podremos entrar y salir del asfalto con soltura. Es otro concepto, busca más la aventura, viajar, disfrutar de terrenos menos radicales y paisajes a los que no podríamos llegar con una bicicleta específica de carretera.
Ya lo teníamos claro, pero para salir de dudas sobre las diferencias entre XC y Gravel, optamos por rodar durante unos días con dos de los máximos exponentes de ambas diciplinas, como son la Specialized Epic HT y la nueva Specialized Diverge. La primera es uno de los referentes dentro de los circuitos de la Copa del Mundo. Capaz de hacer sombra a su hermana de doble suspensión y uno de los modelos rígidos más ligeros. La segunda es una nueva visión del ciclismo más recreativo. Diseñada específicamente para Gravel es… otro nivel.
Pero comencemos por la Specialized Epic HT. Ha sido diseñada bajo los parámetros Rider First Engineered (diferente diseño y mapeado de las fibras para cada talla), una fórmula de fabricación con la que se logra el ratio de rigidez y ligereza apropiado para cada talla.
A pesar de sus líneas delgadas es tremendamente rígida, algo a lo que contribuye la apuesta por ejes Boost (de 148 mm en la rueda trasera). Su geometría, con el tubo superior largo y el ángulo de la dirección lanzado, confirma la tendencia actual que busca ganar manejabilidad en los descensos.
El modelo que probamos equipa la horquilla RockShox SID con el cartucho Brain específico de Specialized. Pero si hay algo que destaca es la transmisión con el grupo SRAM GX Eagle de 12 velocidades con su impresionante piñón grande de 50 dientes.
La Specialized Diverge es, por su parte, el máximo exponente del nuevo Gravel, el que acepta las revoluciones tecnológicas para hacer más fácil el camino al usuario, con sistema Future Shock en la pipa de la dirección y tija del sillín (heredado de la Roubaix y con la posibilidad de montar una tija telescópica en el modelo tope de gama), frenos de disco y ejes pasantes en ambas ruedas.
Además de una geometría y diseños específicamente pensados para Gravel, con un centro de gravedad bajo para hacerla estable a altas velocidades y la posibilidad de incluir la Swat Box encima de la caja del pedalier, si algo destaca en la Diverge Comp que probamos es el amortiguador de dirección Future Shock con un tarado específico para una conducción mixta y el de la tija de sillín, con elastómero Zertz para absorber las vibraciones y mejorar la experiencia al rodar en todo tipo de terreno.
También destaca la transmisión, con un cassette 11-32 y unos platos 48/32, sin duda una elección de platos bastante lógica y polivalente para el Gravel y que puede marcar la tendencia a seguir. O la elección de un sillín Phenom, pensado inicialmente para montaña con mayor acolchado, en lugar de uno de carretera.
El Gravel como disciplina busca el concepto viaje y aventura con la posibilidad de variar el terreno, de carretera a caminos compactos, sin perder muchas prestaciones en cualquiera de ellos, mientras que el XC actual ha derivado en bicicletas apropiadas también para subir por trialeras y bajar “rock gardens”.
Manteniendo el espíritu de viaje, las bicicletas de Gravel están preparadas para añadirles portabultos y alforjas, mientras que las XC actuales los han perdido.
Por ello también es fácil encontrar cuadros de aluminio, incluso acero, mientras que el gran dominador en el XC es la fibra de carbono. También por ello su geometría está más enfocada a la comodidad al rodar que a las prestaciones puras.
Aunque ambas modalidades son bastante polivalentes, el terreno predilecto para el Gravel son zonas sin mucho desnivel y con un el suelo compacto, incluso entrando y saliendo de carreteras, en ellas podremos volar. Una bicicleta de XC nos permitirá afrontar mejor suelos rotos y desniveles grandes y/o prolongados.
El mayor balón de los neumáticos y el montaje de suspensiones de 100-110 mm marca la diferencia en terrenos rotos y con piedras. Donde si nos metemos con una Gravel corremos el riesgo de romper las ruedas, el cuadro o caernos.
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