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Seguro que la vida eterna es una pasada, no lo dudo. Pero mientras haya bicis, montañas, un par de buenos amigos con los que compartir una montada y pueda seguir viviendo aventuras tan bestiales como Trans-Nomad prefiero quedarme por aquí. El cielo puede esperar. Este año el reto ha sido hacerla sobre una e-bike.
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2020 fue una mierda, perdón por empezar de una manera tan brusca pero al menos es lo a mi me pareció. Las bicis, las mochilas, las tablas de surf, las de esquí, las zapas de montaña, los gps, las chaquetas de gore, el casco integral, todos nuestros juguetes se llenaron de polvo secuestrados en los garajes y en los trasteros durante mucho tiempo esperando a que las cifras de contagios bajaran y que “los que mandan” nos permitieran volver a utilizarlos donde más nos gusta hacerlo.
Si en condiciones normales organizar un evento como Trans-Nomad supone dejarte 10 años de vida en el camino, imagínate hacerlo en plena pandemia con la que estaba cayendo. Como era previsible la carrera se canceló y en 2020 nos quedamos sin Trans-Nomad como yo me quedé sin abuela.
Para 2021 la cosa pintaba bien, a primeros de año hablo con Javi, de Insólito Proyectos, buen amigo de MTBpro y el responsable de que toda esta locura salga adelante y me dice que no solo habrá Trans-Nomad este año sino que serán 5 días de carrera (hasta ahora habían sido 4) y también habrá una categoría para bicis eléctricas.
Nada más oír eso mi mente empezó girar con más ritmo de lo habitual. He participado en las cuatro ediciones que se han celebrado hasta ahora, en tres de ellas como corredor y en una como bike patrol. La llamada de Javi la interpreté como una “señal divina”, este año había que cambiar, hacer algo diferente… ¿Por que no poner a prueba una e-bike en una carrera tan exigente como Trans-Nomad y ver qué pasa?
La gran mayoría de vosotros ya conocéis la prueba, para los recién llegados tan solo comentar que Trans-Nomad es mucho más que una carrera, es una experiencia única en un entorno privilegiado, un exigente viaje en bici por el Pirineo, cinco intensos días de cicloalpinismo durante 7/8 horas diarias con un dorsal en el manillar.
Eso incluye porteos de varias horas por encima de 2.000 m, condiciones y situaciones de alta montaña, senderos técnicos, jornadas de entre 1.500 m y 2.000 m de desnivel positivo y más de 2.500 m negativos y 5 largas especiales cronometradas cada día. Por supuesto que hay quien viene “solo” a competir pero la gran mayoría viene en busca de emociones fuertes, a superarse a sí mismo, a disfrutar de la experiencia, montar por lugares únicos, salir de la rutina y olvidarse del mundanal ruido durante unos días.
Hace exactamente un año Orbea presentaba la revolucionaria Rise, una bici que es referente entre las e-bikes ligeras al combinar un peso súper contenido con un motor Shimano EP8 RS de 60 Nm y una batería interna de 360 Wh. Recuerdo que volví de aquella presentación muy impresionado por el rendimiento, la gestión del consumo, las posibilidades de la bici y convencido de que Orbea había dado en el clavo con la Rise.
Pasó un tiempo y llegó a MTBpro la unidad de test, por fin la pude probar con tranquilidad en mis senderos habituales y confirmar las sensaciones que había tenido en aquella primera presentación. Cuando terminé de probarla estaba completamente seguro del potencial de la bici, tenía claro que la Rise era la candidata perfecta para un reto como el de Trans-Nomad.
Cada año lo mismo, unos días antes del viaje repasas la bici, compruebas mentalmente que lo tienes todo y empiezas a mirar compulsivamente el tiempo que va a hacer en Pirineos durante esos días… Tranquilo, todo va según lo previsto, eso es señal de que has entrado en fase pre Trans-Nomad.
Haces la bolsa, metes la bici en el coche, te plantas en los Pirineos y cuando te quieres dar cuenta estás viviendo en un universo paralelo en el que solo cuenta la hora de salida, los metros de desnivel, el tiempo que dura el porteo, llevar agua en la mochila, que la bici esté en buen estado y conectar el chip antes de la salida, lo demás no importa, al menos no importa hasta que llegas a meta ese día.
Por la tarde las reglas que importan cambian, hasta que te acuestes lo único que te va a importar es acercarte a la zona chill para saludar a los amigos, comentar la etapa, tomarte una cerveza y un bocata, intercambiar alguna foto, lavar y revisar la bici, echar una ojeada a los tiempos para saber si has ganado a tu colega (en caso de no haberle ganado hay que decir que no has visto los tiempos…), enterarte de la hora del briefing y de la cena y sacar unos minutos para dar un poco de envidia insana a través de las redes sociales a los que se han quedado en casa… Y así durante cinco días.
Trans-Nomad no tiene un recorrido fijo, siempre ha sido una carrera itinerante que varía edición tras edición. De hecho cada día se empieza y se acaba en sitios diferentes, cuando se dice que es un viaje a través de los Pirineos es porque en realidad es así.
Para esta edición, en un primer momento, se planteó la posibilidad de que la carrera volviera a Francia y pasara por el Valle de Arán. Pero debido al covid, a la complejidad de la logística y al incondicional apoyo de Huesca la Magia se decidió diseñar un recorrido íntegramente en territorio oscense que, como ha vuelto a quedar claro, es un territorio ideal y tiene potencial y recursos más que suficientes para un evento como este.
La etapa reina en cuanto a dureza y altura, casi 50 km con 2.000 m de desnivel positivos y 2.750 m negativos. Antes de venir a Trans-Nomad había hecho bastantes kilómetros con la bici, la conozco bien y sé que la Rise gestiona el consumo de manera muy eficiente y que es capaz de cubrir distancias y desniveles muy grandes incluso utilizando el modo trail y boost. Aun así el terreno de alta montaña es siempre más exigente para pedalear que la media montaña.
Estaba relativamente tranquilo pero para ser honesto no tenía la seguridad de poder completar el recorrido entero solo con la batería interna así que decidí salir con el range extender (250 wh), con lo que tenía una autonomía de 612 Wh.
Otro de los momentos que más incertidumbre me creaba era el momento de portear la bici. Una bici de enduro pesa 14/15 kilos, la Rise que he llevado pesa 17,5 kg, más 1,4 kg de la batería externa, más las cubiertas con carcasa dura, es decir, entre unas cosas y otras pesaba 19,4 kg, al final resultó que los porteos no me costaron mucho más que con una bici “acústica”.
Sin embargo todo esto se me olvidó de un plumazo cuando al llegar a Cerler empiezo a darme cuenta del frío y del viento que hace. Comienzo a portear y a ganar altura y el viento sopla cada vez con mayor intensidad, en más de un momento tuve que dejar la bici en el suelo y dejar de portear porque el viento me tiraba ladera abajo. La primera especial arrancaba desde el Pico Estibafreda (2.700 m) en pleno corazón de Sierra Negra ,desde donde tienes unas vistas de la cara norte del Aneto que consiguieron hacerme olvidar el frío como por arte de magia.
La anécdota del día es que en la especial 3 me dejé el chip en el suelo y me bajé sin él, es lo que tiene estar a mil cosas al mismo tiempo y ser corredor, prensa y ayudante de los media. Al tener que andar haciendo videos y fotos durante la carrera y al inicio de los tramos cronometrados tengo que quitarme el chip de la muñeca para que no se me active al colocarme cerca de la salida para grabar y fotografiar a los pilotos. Es anecdótico y no tiene mayor importancia, hasta ese momento estaba colocado en sexta posición entre los eléctricos. Además de volver a disfrutar de un día de pura montaña, lo más importante fue comprobar como la bici se portea mucho mejor de lo que pensaba y que llegué al final de la etapa con batería de sobra.
El segundo día es más suave en cuanto a desniveles y no se sube tan alto como el anterior, además la meteo dice que las temperaturas empiezan a subir progresivamente y que la estabilidad está prácticamente asegurada hasta el final de Trans-Nomad.
Lo mejor de esta etapa 2 es el ambiente alpino que hay hasta la Colladeta del Ibón. A pesar del porteo obligatorio, ya que es una zona de grandes bloques de piedras ,he podido pedalear cómodamente y durante mucho tiempo en la zona anterior y en muchos más sitios de los que imaginé, con lo que la subida no me ha resultado tan dura como si la hubiera hecho con una bici de pedales.
Desde el collado llegamos al Ibón de Plan, posiblemente uno de los rincones más bonitos del Pirineo, un regalo para los sentidos. Desde el Refugio de Lavasar arrancará una de las especiales más largas de Trans-Nomad, 6,3 km y casi 1.000 m de desnivel hasta Saravillo, “heavy metal” pirenaico en su máxima expresión, uno de los momentos más adrenalíticos de toda la carrera.
Después del avituallamiento una pista de casi 12 km y 800 metros de desnivel en la que aprovecho para “perrear” más de la cuenta dándole al modo trail y llegando al Collado de la Cruz de Guardia casi sin sudar, ventajas de saber que llevo autonomía de sobra. Hoy dormimos en Bielsa.
La anécdota del día es que por fin consigo llegar con el chip sano y salvo y vuelvo a estar entre los siete primeros de la categoría de pilas, no está mal para un viejo… La etapa tenía 33 km de distancia y 1.550 m+, aun abusando del modo trail en la pista de 12 km llegué a meta con más del 40% de la batería sin gastar, esto seguro que podría haberla hecho solamente con la batería interna sin ningún problema.
La zona del Comodoto es el plato fuerte del tercer día, sobre todo por el ambiente y por las vistas que ofrece de la salvaje cara norte del Monte Perdido (3.355 m). Hace muy buen tiempo y me dedico a disfrutar de los espectaculares senderos de la zona de Bielsa (Sarratillons y Diera), solomillo pirenaico de primera clase, flow del bueno súper disfrutón con un terreno que parecía hecho a encargo.
Reconozco que esa tarde desconecté de todo y me centré únicamente en divertirme con la Rise todo lo que pude. De momento lo único que he tenido que hacerle a la bici es cargar la batería y engrasar la cadena. No hace frío, no he tenido incidencias técnicas, todo va sobre ruedas… ¿Seguro que estamos en Trans-Nomad?
La unión del Puerto de Urdiceto, el de Plan y como colofón el de la Madera es la esencia del cicloalpinismo con mayúsculas, personalmente es la ruta de montaña más salvaje y bonita del mundo. Ambiente alpino y solitario que se quedará grabado en tu memoria para siempre. Hoy volvemos al Valle de Benasque con la cuarta etapa en el bolsillo y el culote ya nos empieza a oler a finisher.
Por mi parte hoy he dejado el casco integral en la habitación y me he puesto el casco abierto, he hecho los tramos con dos buenos amigos con los que suelo montar a menudo, en Rabaltueras lo hemos gozado como niños, es un terreno perfecto para la Orbea. Ya casi lo tenemos. Sigo acumulando metros y sensaciones con la Orbea…, en modo “party trail” es divertida, eficaz y rápida a partes iguales.
Último día, esto se acaba. Como tengo trabajo pendiente decido no activar el chip y salir temprano junto a los media para hacer fotos con tranquilidad en el Gallinero mientras llegan los corredores. La Integral del Gallinero es otra de las bajadas más míticas y también más técnicas de Puro Pirineo, otra clásica de Trans-Nomad.
En la parte baja, cuando estaba preparándome para hacer unas fotos, y sin saber muy bien como, la rueda delantera se me queda enganchada entre una piedra y una raíz de boj que estaba oculta y salgo disparado de la bici de manera violenta con la mala suerte que aterrizo en una zona de piedras, clavándome una en el costado derecho.
En ese mismo instante me doy cuenta que me he hecho daño. Me estabilizo, intento montar en la bici pero el dolor es fuerte. Bajo andando hasta la carretera y Pepe, el médico de carrera y el ángel de la guarda de los corredores me chuta un calmante y me “empaqueta” en el coche hasta el hotel. Me estoy muriendo de la rabia, me queda un solo tramo cronometrado para terminar mi quinta Trans-Nomad, intento agarrar el manillar pero el dolor es insoportable. Hasta aquí hemos llegado.
Me relajo en el hotel y hago algo de tiempo mientras llegan los corredores y Javi les va entregando en meta la merecida medalla de Finisher. Estoy jodido, no esperaba este final pero pensándolo bien podría haber sido peor (la radiografía que me hice al llegar a casa dice que hay tres costillas rotas). Toca estar tranquilo una temporada.
Pues sí, he llevado la Orbea Rise completamente de serie, en un principio pensé en haberle puesto una horquilla de 160 mm de recorrido o haber hecho alguna cosa más pero luego pensé que realmente el reto era hacer Trans-Nomad con la Rise según sale de la caja.
Como es lógico en una prueba de enduro con más de 13.000 metros de desnivel negativo los discos Galfer de 180 mm que lleva los he sustituido por unos exactamente iguales pero de 203 mm. Con el fin de probarlas en una situación real de máxima exigencia, he montado pastillas de freno Galfer, las de competición (verdes) en el freno delantero y las específicas para e-bikes (moradas) en el trasero. Las cubiertas que he utilizado son una Maxxis Minion DHF 29x2.5” 3C DD (Double Down) delantera y una Kenda Pinner Pro AGC 29x2.4” detrás.
Después de estos cinco días con la Orbea Rise me quedo con tres aspectos que destacan por encima del resto. El primero es el del consumo, ya sé que lo he repetido antes pero es algo que me ha sorprendido y ha sobrepasado mis mejores expectativas, visto lo visto, con la Rise te puedes plantear cualquier tipo de ruta por mucho desnivel y por mucha distancia que tenga esa salida, con el range extender tienes que hacer el “vago” y no estar dispuesto a dar ni un solo pedal para poder acabarte la batería.
Había varias Orbea Rise corriendo en Trans-Nomad, al acabar cada día les iba preguntando acerca de sus sensaciones y sobre todo por los consumos y todos estábamos más o menos en la misma línea. El segundo aspecto es el de la polivalencia. La Rise no es una bici de enduro, por geometría y recorrido de suspensiones la Rise es una trail, sin embargo su rendimiento ha superado mis expectativas. Trans-Nomad es una carrera de enduro puro y la Rise ha cumplido con nota, la bici sube y baja por cualquier sitio demostrando su gran aptitud como bici trail y una eficacia bajadora altísima en modo “racing”.
El tercer aspecto es el de la fiabilidad, puede sonar exagerado pero no he tenido que hacer absolutamente nada a la bici en los cinco días, tan solo he engrasado la cadena y he cargado la batería, fiabilidad 100%. El modo walk me ha salvado la vida y me ha ahorrado muchos minutos de porteo, sobre todo en esas pendientes de hierba en las que pedalear incluso con el boost es imposible y con una bici de pedales empujar te deja exhausto.
Otra de las dudas que tenía eran las posibles vibraciones o el ruido de la batería externa a la hora de bajar. La respuesta es cero vibración y cero ruidos, los primeros días llevaba la goma que viene en el portabidón para fijar más firmemente la batería, pero al sacar la batería externa la debí perder en algún momento y el resto de los días fui sin ella y no noté ninguna diferencia.
Me vuelvo con una sonrisa, muy contento con el rendimiento en conjunto de la bici y con la sensación de haber exprimido al máximo las posibilidades la Rise.
Después de cinco Trans-Nomad si hay algo que me ha quedado claro es que por encima del recorrido, de la dureza de las etapas o de los problemas que puedas tener en la carrera…, lo que realmente marca la diferencia entre una edición y otra es la meteorología. Los dos primeros años tuvimos nieve, agua y frío prácticamente a diario, además para darle aún más épica al asunto antes se dormía en tiendas de campaña… Imagínate. Los dos siguientes años la meteo fue buena, este era el año del desempate y de momento parece que el sol se ha puesto del lado de la carrera.
El propio Javi decía en la entrega de premios que esta había sido la mejor edición de Trans-Nomad, ahora que no me oye yo creo que la mejor edición es siempre la que está por venir, ojalá así sea.
Cada año me pasa lo mismo, termino Trans-Nomad en una nube y me cuesta varios días volver a la vida real. Llego con la cabeza llena de anécdotas y siempre acabo con la sensación de que por muy buenas que sean las fotos de mis compis de media y por muy bien que quiero contarlo esto no le llega ni a la suela de los zapatos y que realmente Trans-Nomad es un evento para vivirlo en primera persona al menos una vez en la vida
Sería injusto terminar sin hablar del compañerismo, las risas, la convivencia y la electricidad que se genera en el ambiente entre corredores y organización antes, durante y después de cada etapa, sin duda esa es la magia que nos hace querer volver año tras año. Por último una mención especial a la gente de logística, los que nos mueven las maletas, nos dan de comer en los avituallamientos, nos “chipean” cada mañana, nos arreglan la bici o nos curan en mitad de un tramo. ¡Sois enormes!
Los bike patrols son gente única, tipos duros que aman y conocen estas montañas más y mejor que nadie y que se pegan un currazo para que nosotros lleguemos cada día a la meta con la sonrisa pegada al casco, más generosidad es imposible. Y toda esta pesada maquinaria la mueve el tío con las pelotas más grandes de toda la provincia de Huesca, Javi García, de Insólito Proyectos, un tío muy especial, no cabe más calidad humana en ese cuerpo.
Este año nos hizo llorar a todos con sus palabras en la entrega de premios. En realidad la entrega de premios se la tendríamos que haber hecho nosotros a él. Después del año tan difícil que ha tenido haber sacado Trans-Nomad adelante solo está al alcance de unos pocos. Va por ti, Javi. ¡Larga vida a Trans-Nomad!
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