Texto: Iñaki Gavín / Fotos: Stephane Cande
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Cuatro días descubriendo los senderos de Córcega, una isla fascinante con montañas que alcanzan los 2.700 metros, con la nueva Lapierre Overvolt AMi junto a Nicolas Vouilloz y cinco periodistas europeos más. Una experiencia única e irrepetible.
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Córcega, la cuarta isla más grande del Mediterráneo, suaves temperaturas invernales, cristalinas aguas color turquesa, 1.000 kilómetros de costa de los cuales más de 300 son de fina arena y 200 paradisíacas playas hacen de la isla francesa un destino mundialmente famoso y muy demandado en verano.
Pero Córcega es mucho más que un una isla bonita con exóticas y escondidas calas, «Corse», Córcega en francés, es una auténtica «montaña en el mar», más de la mitad de la isla es bosque, las montañas abarcan dos tercios de la isla, tiene cimas que alcanzan los 2.700 metros de altitud y más de veinte cumbres por encima de 2.000 m. Ah, y está repleta de increíbles senderos perfectos para perderte durante unos días y olvidarte del mundo.
26 de febrero, tenía esa fecha señalada con un gran círculo rojo en mi calendario desde hacía varios meses. El viaje soñado, la aventura perfecta, una semana rodando por los panorámicos senderos de Córcega con la nueva la Lapierre Overvolt AMi Shimano, una presentación muy exclusiva, tan solo 6 periodistas de toda Europa junto al gran Nico Vouilloz, Vincent Julliot (ex corredor de DH y responsable de Marketing de Lapierre) y Kieran Page, habitual en las EWS y rider oficial de la marca en el campeonato francés de enduro e-bikes.
Según se acercaba la fecha mi maleta no paraba de engordar, iba consultando el parte meteorológico y mi preocupación crecía al mismo tiempo que mi equipaje. Primero metes un par de camisetas interiores extra y algún calcetín de recambio, luego un buff por si «refresca» un poco por la mañana, luego una chaquetilla ligera, luego una aún más gruesa y acabas echando la más «heavy» de las que tienes…
El día antes de volar con destino Niza la anunciada ola de frío y nieve definitivamente se ha instalado en el sur de Francia, con el epicentro de la borrasca justo encima de nuestras cabezas, la aventura empieza con más emoción aún de lo esperado…
Tras un vuelo «movidito» debido al temporal, nos desplazamos a la localidad de Toulon, entre Niza y Marsella, para embarcar en el enorme ferry donde pasaremos la noche mientras cubrimos los 200 km que separan la costa francesa de Córcega. Durante el trayecto Nico Vouilloz y el «capo», Gilles Lapierre, nos presentan la versión definitiva de la Overvolt AMi con motor Shimano, una bici que ya probamos (prototipo aún no definitivo) el verano pasado en los Alpes y que ya te enseñamos en el número 56 de esta revista. La verdad es que durante estos años he vivido muchas experiencias, eventos y presentaciones, pero tengo que reconocer que una presentación, nevando, en un barco en marcha rumbo a una isla no estaba entre mis vivencias, así que una más para la lista.
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Desayunamos a bordo ya con el traje de «faena» puesto y salimos por la rampa del ferry directamente montados rumbo a la zona de Pietrosella, en el norte de la isla. Empezamos a ganar altura por las interminables y enrevesadas pistas boscosas de esta montañosa zona de Córcega. El paisaje es espectacular, nieve y más nieve, nos cruzamos con algunos lugareños y nos miran con asombro, los más antiguos del lugar se empeñan en recordar una nevada de este tamaño y todos coinciden que nunca vieron nada igual a esta.
Nuestro guía, el local Remy Duget, de Corsica Outdoor, un veterano curtido en mil batallas y con muchas ganas de marcha, nos dice que los senderos altos están completamente cegados por la bestial nevada de la noche anterior y que es imposible seguir subiendo… Menos mal, llevamos más de 40 minutos empujando la bici con casi un metro de nieve y la cosa se estaba empezando a poner seria.
Al no poder continuar subiendo decidimos cobijarnos de la nevada en el tejadillo del bar donde Lapierre tenía contratada la comida pero se encuentra cerrado debido a que las carreteras están cortadas y los encargados del bar no han podido llegar. La aventura es la aventura... Hacemos un picnic «de guerra» a base de barritas, geles, pan y algo de embutido y con unos palets y cartones hacemos una improvisada hoguera para secarnos las zapatillas y calentarnos un poco mientras comemos antes de continuar.
Después de la parada seguimos haciendo kilómetros y ganando confianza con la bici, en las zonas medias la nieve es la gran protagonista del día. Después de un par de resbalones y de unos cuantos «uy, uy, uy...» le acabamos pillando el truco y, jugando con la tracción y la frenada como si montáramos sobre barro, esto empieza a ser divertido. Hacemos parte de las bajadas más famosas de la zona y, después de un largo enlace por pistas y rápidos senderos muy divertidos en los que aprovechamos para jugar con la Overvolt, terminamos en una playa donde nos recoge una lancha que nos deposita en un velero que nos llevará rumbo a la zona este de la isla.
Si eres aficionado a los rallies de coches la zona de Porto Pollo te resultará familiar, en las sinuosas carreteras de esta montañosa zona de la isla se sitúan, entre otros, el Coti Chiavari o el Porti Poddu, carreteras por donde discurre el famoso Rally de Córcega, puntuable para el WRC y, según los expertos, uno de los más difíciles y selectivos rallies del mundial. Estuvimos rodando durante dos días completos por sus técnicos y variados senderos y por supuesto hicimos los obligados tramos panorámicos en los que las ruedas van literalmente pegadas al acantilado con unas impresionantes vistas del cristalino mar Mediterráneo. Un consejo de amigo: recomendable pararse a mirar, si intentas montar y mirar al mismo tiempo te arriesgas a no contarlo, es realmente impresionante pero bastante peligroso.
El mal tiempo nos dio una tregua, así que aprovechamos parte de los dos días para el «postureo»…vídeos, fotos y demás parafernalia obligatoria que siempre acompaña a toda presentación que se precie. Remy, nuestro hiperactivo guía, había estado encintando y marcando el día antes de nuestra llegada cinco tramos de un enduro que se iba a celebrar a final de mes y nos propuso «gastar» un par de baterías probando las bajadas y tratando de subir en sentido contrario hasta el límite de la tracción…
A todos los presentes, que no nos puede gustar más un sarao de ese tipo, se nos dilataron las pupilas, por decirlo de una manera políticamente más correcta… La zona de Porto Pollo está llamada a convertirse en un spot de categoría para los amantes del e-Enduro, de hecho empiezan a proliferar las compañías de guías y el alquiler de bicis eléctricas en la zona. Kilómetros y kilómetros de sendero de extraordinaria calidad y variedad, «flow mediterráneo» en estado puro con un grip bestial, mucha variedad de bajadas para todos lo niveles de conducción, aunque en general abunda el terreno técnico de escalón y pasos ajustados con mucha pendiente.
Aquella tarde lo pasamos como enanos, nos fundimos un par de baterías por barba y regresamos a la tierra de los tristes mortales intentando inútilmente seguir la rueda de Nico Vouilloz. Eso sí, nos quedamos asombrados al descubrir las enormes cualidades escaladoras de la Lapierre Overvolt y, gracias a los piques que nos echamos entre franceses, ingleses y «el español», pudimos comprobar lo endiabladamente rápida y eficaz que es la Overvolt es este tipo de terreno endurero. Realmente parecen senderos hechos a medida para la Lapierre AMi.
Terminamos de montar con los brazos literalmente carbonizados pero con la sonrisa pegada a la cara. Bajamos hasta la playa y vuelta a nuestro velero rumbo a otra parte de la isla a descubrir más senderos. Durante esta increíble experiencia junto a la gente de Lapierre he vivido sensaciones de todo tipo que difícilmente olvidaré y que seguramente no volveré a vivir: salir montado de un monstruoso ferry y empezar a rodar por senderos nevados en plena isla mediterránea, los relajantes y exclusivos desplazamientos diarios en velero hasta los spots donde montamos… disfrutar, de manera tan cercana, real y natural de una bici y el lujo de montar junto a sus diseñadores te hace sentir y testar el producto de una manera completamente diferente a lo habitual. Pocas veces me he sentido tan afortunado de poder vivir una experiencia tan especial y diferente.
Aunque ninguno lo sabíamos con certeza, casi todos lo imaginábamos, nuestro guía Remy se estaba reservando lo mejor para el «postre». El último día por la mañana, antes de salir, nos reúne, cambia el gesto y nos dice que la ruta final va a ser un poco «especial»... La larga subida se hace por pista peleona aunque sin mucha complicación pero que la bajada es por un desfiladero muy técnico y cerrado.
A partir de ese momento empieza el «carnaval» ya que la segunda parte de la bajada se cierra mucho hasta el extremo de formar un afilado y estrechísimo cañón en el que darse la vuelta se hace literalmente imposible ya que hay que hacer algunos tramos de bajada ayudados por cuerdas que dificultarían cualquier maniobra de rescate si ocurriera algo, así que nada de carreras, piques o tonterías innecesarias… A alguno se le borró la sonrisa de la boca en ese momento.
Salimos rumbo al coll de Sant Georges, hacemos cumbre y, sin apenas entretenernos debido al viento y a la fuerte lluvia, empezamos a bajar por senderos muy cerrados y resbaladizos. Atravesamos algunos bosques de encinas y alcornoques tan increíbles que parecían sacados de un cuento de hadas y duendes y llegamos a la zona más cerrada.
No queda más remedio que echar pie a tierra y bajar con precaución, las lluvias y la nieve han dejado el terreno muy roto y embarrado, hay tramos que parecen un auténtico caos de enormes piedras y raíces con desniveles que asustan y mucha pendiente en los lados. En esta zona mejor no arriesgar a hacerse daño o algo peor. Pasada la zona más radical el sendero va perdiendo altura de manera muy rápida y agresiva pero voy encontrando una línea para conseguir «ciclarlo» y no poner el pie en el suelo. Mi «pasado trialero» me ayuda y la geometría y el equilibrado reparto de pesos de la Lapierre se ocupa del resto. Puede que sea uno de los senderos más técnicos y difíciles por los que he montado... Subidón al terminar la sección más difícil, nos reagrupamos y nos chocamos las manos junto a los chicos de Lapierre, todos felicitamos a Remy por su trabajo.
Aprovechamos para beber y comer algo y arreglamos el desviador de la bici de Paul Aston, que debido a un golpe con una piedra se había torcido un poco. Continuamos bajo la fuerte lluvia que desde hace varias horas no se ha separado de nosotros y que le da un toque más de épica a nuestra aventura.
Seguimos la ruta por entretenidos caminos y veredas de media montaña sabiendo que el final de esta fascinante aventura empieza a llegar a su fin, una auténtica lástima. Después de estos días mi conexión con la Lapierre es total y la manejo como quiero. Evidentemente es una e-bike y requiere cierto tiempo de adaptación pero en un día tan exigente y técnico como el de hoy la bici se ha comportado a la perfección con un rendimiento igual al de una bici tradicional.
Después de estos días probándola estaba tranquilo porque sabía que la bici no iba a suponer un lastre en un terreno tan extremo pero no imaginé que en bajadas tan bestias y trialeras el peso y el centro de gravedad tan bajo «tipo moto» iba a suponer una ayuda extra. Tan solo queda la bajada final, un largo y divertido descenso que nos deja literalmente en la arena de las playas de Porticcio, final de ruta. Allí nos espera nuestro querido velero, en una hora habremos llegado al puerto de Ajaccio, capital de Córcega, desde donde tomaremos el ferry de vuelta a Niza.
En este artículo puedes leer las sensaciones, el rendimiento y la parte más técnica de la nueva Lapierre Overvolt AMi Shimano que seguramente te interesa más que el rollo que te acabo de contar o que el número de «biodraminas» que me tuve que tomar los días que nos hizo mala mar y el barco se movía más de la cuenta… No me quedan muchos más adjetivos para resumir la extraordinaria y única experiencia vivida durante estos días junto a las gente de Lapierre y con los compañeros/amigos de la prensa.
Aventuras así hacen te hacen sentir un privilegiado y a la vez te ayudan y acercan a conocer mejor el producto. Sin duda, el rincón de mi cabeza donde se acumulan los buenos recuerdos siempre habrá un lugar de honor reservado para los senderos de Córcega y para la experiencia con la Lapierre Overvolt AMi.
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