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Mercè Pacios y Ramon Sagués a lo largo de sus vidas han logrado compaginar la competición en ciclismo al más alto nivel con profesiones alejadas del deporte y que a la vez también les han exigido una gran dedicación. A principios de 2020 deciden parar el reloj y dejarlo todo para emprender un viaje en bicicleta. Paralelamente el reloj del mundo también se para a causa de un virus. Un año después, ¿en qué momento de este viaje vital se encuentran?
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En otro momento, esta entrevista hubiera supuesto una buena excusa para quedar con dos personas que son un referente en el mundo de la bici: Mercè Pacios y Ramon Sagués. Su vida es la bici y han competido a alto nivel internacional, sobretodo en MTB, pero también en otras disciplinas del ciclismo como el ciclocross y la carretera. Mi cabeza había imaginado la secuencia perfecta: una buena ruta en bici por la montaña de Tossa de Mar, recorrida metro a metro por estas dos personas, y una buena charla sobre un su viaje vital.
En 2019 Mercè y Ramon se proponen un cambio. Me explican que ellos funcionan a base de periodos de tiempo de unos 10 años y la alarma de sus corazones llevaba ya unos años sonando sin parar. Así que el 2020 era el año para hacer caso a sus corazones y plantearse un viaje en bicicleta sin fecha de retorno, llevando encima todo lo necesario para sobrevivir.
Dejan sus trabajos, Ramon, la gerencia de la empresa familiar de instalaciones eléctricas; Mercè finaliza su contrato en el Instituto de Investigación Energética de Cataluña. Alquilan su vivienda, venden lo que ya no necesitan, intentan ahorrar y cambian sus bicis orientadas a las carreras de MTB por unas robustas bicicletas de viaje.
—Yo creo que somos dos personas inquietas y en nuestra vida todo siempre se ha basado en ir un poco más allá —se presenta Mercè—. Nos gusta empezar proyectos, nos gusta…
—Complicarnos la vida —interviene Ramon—.
—Nos gusta estar fuera de la zona de confort—continúa Mercè—. Y cuando todo empieza a ser monótono parece que nos explote el corazón y necesitamos un cambio. No es fácil porque también afecta a nuestra vida profesional.
Supongo que cambiar las carreras de bici por un viaje de estas características habrá sorprendido a más de uno, ya que en el mundo del ciclismo se os conoce más por vuestra faceta competitiva... Pero ¿en qué momento y cómo les surge esta la idea de viaje vital? Ramon reconoce que nace de él: «Yo he ido toda la vida en bici y ya de muy pequeño recuerdo leer el libro del “Capitán Pedales”, de Juanjo Alonso, y otros libros de viajeros en moto. A los veinte años recorro Cuba en bicicleta a lo largo de un mes… A este viaje se le sumaran muchos otros por Perú, Bolivia, América Central... Viajaba en una bicicleta de acero de 26 pulgadas, un carro para llevar las cosas … Nada que ver con el “bikepacking” de ahora. Por no haber no había ni internet, de esto hace ya 23 años».
En el 2008 Ramon y Mercè se conocen en una carrera de ciclismo justo en el momento en que Mercè, licenciada en Ciencias Químicas, tiene previsto trasladarse medio año a California para realizar parte de su doctorado en un proyecto de investigación de la NASA. En ese momento Ramon le dijo: «Ah, tú te vas? Pues yo también. Y me fui a recorrer América del Sur en bici. No sabía a dónde iba y estuvimos más tiempo separados, yo viajando y ella en la NASA, que saliendo juntos».
La distancia y la difícil comunicación no impidieron que la relación creciera y acabaron reencontrándose en Ecuador para continuar el viaje juntos y terminarlo en Colombia. Aquí podrían ubicarse las raíces del viaje que se propusieron en 2020 con punto de inicio el mes de marzo y sin billete de vuelta. O quizá las podríamos encontrar también en el 2013 cuando el corazón vuelve a dar la señal de alerta y Mercè se va tres años a Inglaterra para formar parte de una investigación de la Universidad de Oxford. La bici no queda aparcada en estos años y allí combina el trabajo como científica con la competición en carreras de ciclocross, corriendo para un equipo local inglés.
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—Ramon se quedó en Sabadell y yo volví de Oxford con un contrato de dos años como técnica e investigadora en el Instituto de Investigación en Energía de Cataluña —recuerda Mercè— y entonces le dije: «Cuando acabe este contrato nos vamos los dos. Llega el momento en el que necesitas este viaje. Pero llegó la pandemia».
Alquilan la casa el 1 de marzo de 2020 y durante 15 días están en casa de los padres de Ramon para dejarlo todo atado.
—Eran días de locura, acabando de vender cosas, limpiando la casa, intentando despedirnos de amigos y familia —cuenta Mercè—. Ramon hacía y deshacía las bolsas cada día y yo, como estaba muy estresada con el trabajo, lo dejé todo para el último momento. Y él me decía: «¡cómo puede ser que a mí me quepan todas las cosas y a ti no!».
—Lo más complicado es dejarlo todo bien atado para poderte ir sin preocupaciones —apunta Ramon.
—Estás pagando un coche, el seguro… mil cosas que no sabías que estabas pagando. Llamas a la compañía del móvil, les dices que no quieres internet y no te entienden...
Encontrar la bicicleta adecuada para el tipo de viaje que se planteaban tampoco era fácil, ya que pensaban en recorridos de montaña. Ésta fue la razón que les llevó hasta la marca Surly y a buscar componentes resistentes como los cambios integrados tipo Rohloff. La idea era que las bicis les dieran los mínimos problemas posibles en cuanto a reparaciones.
—Lo que costó más fue el peso —reconoce Mercè—. Cuando llegamos a Suiza, fuimos a casa mi hermano y allí volvimos a vaciar las bolsas y a repensar qué llevarnos y qué no. Cambiamos el ordenador por una tablet… Llevar dos kilos de más se nota mucho.
Anna Bello: ¿Cuántos quilos llevabais encima?
Mercè Pacios: A ver, ¿la bici pesa 16, no? Pues con todo llevábamos unos 25 o 30 kilos.
Ramon Segués: El “bikepacking” de una semana o de un mes es más fácil pero nuestra intención no era ésta; no sabíamos cuando volveríamos. Pones en una balanza tener más comodidades o el rendimiento cuando pedaleas.
AB: ¿La clave está quizá en tener una idea muy clara del tipo de viaje que te planteas?
MP: Durante el viaje coincidimos con muchos viajeros que tenían un único objetivo común: dar la vuelta al mundo en bici. Planificaban la ruta más rápida por carretera y pedaleaban todo el día. Pero de este modo te pierdes cosas que no conocerás nunca si te quedas en la carretera y eso solo por el mero hecho de poder decir que has estado en todos estos países. ¿Pero qué has aprendido? La idea que te has formado no es real.
RS: Porque para ellos es un reto. Pero nuestra idea era viajar sin fecha límite de retorno. Aún así teníamos un pacto: si nos cansamos volvemos.
Al estrés de los preparativos se le añadieron las primeras informaciones acerca de un virus desconocido que estaba llegando a Europa, el coronavirus. Así, ante el rumor de un cierre inminente de país, Ramon y Mercè deciden dar inicio a su viaje el 14 de marzo de 2020 con la primera etapa: Barcelona-Tossa de Mar, el pueblo dónde la familia de Ramon acostumbra a veranear.
RS: Pensé, si nos cierran en Barcelona en casa de mis padres, nos morimos.
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Y en Tossa quedaron confinados el día después de haber empezado la ruta hasta el mes de julio, cuando abrieron fronteras después del descenso de la primera ola de coronavirus.
RS: La parte buena es que nos habíamos preparado para irnos de viaje y no estábamos trabajando en ese momento, estábamos preparados para lo que pudiera venir. El problema fue para la gente que se tuvo que acoger a un ERTE, perdió el trabajo o no sabía si podría pagar la hipoteca. Estos problemas no los teníamos porque nos habíamos preparado para perdernos. Hubiera sido muy egoísta quejarte por no poder estar viajando.
Cuando retoman el viaje en el mes de julio, la idea es: «llegar hasta donde podamos». Y la filosofía: «vivir todo lo que vamos pedaleando».
En cada país deciden la ruta a seguir y países como Montenegro llegan a atraparles tanto que los acaban recorriendo al completo.
MP: A lo mejor empezábamos una ruta que habíamos encontrado en internet pero ese recorrido no pasaba por ninguna población durante una semana. Así que decidimos ir modificando los recorridos sobre la marcha. Lo importante es mirar la distancia y el desnivel de cada día para calcular dónde comprar comida, dónde encontrar agua, dónde dormir... Aprendimos que nadie te obliga a seguir una ruta al pie de la letra. No se trata de una carrera. Y si vas por el camino de al lado que es más ciclable no pasa nada.
RS: Conforme vas haciendo camino te vas conociendo a ti mismo, qué te gusta y qué no te gusta.
AB: ¿Sin la pandemia hubierais llegado más lejos?
RS: La idea era haber llegado a Asia en invierno, pero el frío nos cogió antes porque empezamos el viaje meses más tarde.
MP: Tampoco te puedes permitir el lujo de dormir siempre en apartamentos. Y con el frío vivir 24 horas en la calle es muy duro. Vivimos ya alguna tormenta eléctrica en Montenegro y tuvimos que estar cuatro días en un apartamento porque era muy peligroso. Pero cuando estábamos encerrados en un sitio más de un día nos volvíamos locos.
AB: Intentabais evitar hoteles y apartamentos porque preferíais acampar al aire libre… ¿También para poder seguir vuestra planificación de gastos?
RS: Hicimos un cálculo de gastos. Estaban los gastos generales como la previsión de recambios, seguros, visados… Y los gastos diarios de comida, alojamiento… En total suponían unos 15 euros por persona al día. Y la verdad es que no necesitamos gastar más dinero del que habíamos calculado.
AB: Fueron más de cuatro meses de viaje, los suficientes para acumular gran cantidad de experiencias y recuerdos. ¿Pero cómo conseguís retener todas las vivencias?
RS: Yo tengo muy mala memoria y no me acuerdo nunca de nada. Pero al final dentro de ti te queda un aprendizaje, una manera de ver las cosas. Se te queda grabado dentro. Y es precisamente esto lo que te aporta viajar.
MP: Vas cambiando como persona.
Con la situación de pandemia mundial, su día a día consiste también en conocer la situación del covid en cada país y qué restricciones hay.
MP: Y cuanto más avanzabas, más cosas te pedían y más serias, como PCRs. Nuestro reto era buscar qué fronteras podías cruzar sin PCR o si te la pedían dónde podías hacerla.
Cuando quieren cruzar de Albania a Grecia se encuentran la frontera cerrada. La jugada consiste en ir en ferry hasta Italia, y de allí, estando ya en Europa, coger otro ferry hasta Grecia. Pero la segunda ola de la pandemia avanza rápidamente y todo apunta a un nuevo confinamiento.
RS: Mercè recibió el mensaje de una amiga diciendo que cerraban Grecia. Yo le dije: «¡pero si estamos aquí en medio del país!» Y efectivamente, vimos que en menos de dos días empezaba el confinamiento en Grecia.
MP: Empezamos a tener problemas cuando fuimos a comprar a un supermercado y veíamos que la gente se apartaba de nosotros. No dejas de ser el turista malo. Hay un virus y es el turista quien lo trae.
RS: Hay que ser un poco responsable. Visitas lugares remotos con cero turistas y al final la persona que puede llevar encima el virus eres tú.
¿Tocaba volver? Deshacen en un día el camino hasta el punto donde les había dejado el ferry unos días antes, vuelven otra vez en barco a Italia y de allí regresan a España. Es el mes de noviembre de 2020.
MP: No forzamos la situación. Hay gente que sí lo hizo pasando las fronteras a través de la montaña, pero la realidad es que hay un problema global que estamos viviendo todos, ¿no?
Quizá no era el viaje que tenían en sus mentes.. o quizá sí. Para ellos el viaje empieza en el mismo momento en que lo plantean. El viaje es dejar el trabajo, cargar las bicis, pedalear y también lo es estar viviendo estos meses en Tossa de Mar.
MP: Para empezar ya hemos hecho un cambio, de vivir en una gran ciudad ahora vivimos en un pueblo de costa, Tossa de Mar. Interiormente... Cuando pienso en el ritmo de vida que llevábamos antes veo que no era consciente del estrés que nos reportaba. Y este estrés no es sano.
RS: Cuando tomas la decisión de irte de viaje es una consecuencia del ritmo que llevas. Explotas. Y aunque hayamos vuelto hemos cambiado por dentro.
MP: Sí porque supongo que seguimos a nuestro corazón.
Cuando les pregunto si con estos cambios internos sienten que la gente les entiende menos, decido reformular la pregunta... ¿Sois vosotros los que ahora no entendéis a los otros?
RS: Bueno, yo antes ya no les entendía demasiado.
MP: Yo sí, porque hemos estado en su pellejo. No entienden cómo nosotros hemos podido cambiar.
RS: La gente entra en una inercia de la vida sin sentido y no les aporta nada. Te dicen: «A mí también me gustaría irme de viaje». ¡Pues hazlo! Entonces te contestan que no pueden, pero quizá es que no se lo acaban de plantear seriamente.
MP: La gente te dice que sí lo haría pero no son valientes. A mí me pone nerviosa que te pregunten a todas horas cuándo volveremos a irnos. Hay un problema global y por eso hemos vuelto, no porque lo hayamos querido. Estamos todos tan ocupados con nuestras vidas que no pensamos en lo que está pasando en todo el mundo. Por eso no te acaban de comprender.
Las palabras de Mercè me hacen eludir la pregunta sobre volverse a ir de viaje pero sí les pregunto por su planteamiento de futuro.
MP: No lo sé. Pero es que nadie lo sabe.
AB: Ir de viaje con tu pareja puede ser muy positivo por la confianza y a la vez muy negativo quizá también por la misma razón. ¿Viajar así te permite conocer mejor a la persona que tienes al lado?
MP: Yo he aprendido a escucharle más. Me costó mucho desconectar porque tenía la cabeza más aquí que allí y él me decía que parecía que el viaje fuera solo suyo. Decidir es importante. Decidir si vas hacia aquí o hacia allí implica muchas cosas y puede cambiar el viaje por completo. Le dije que intentaría participar más. La palabra no es participar, es...
RS: Es no ser el acompañante.
MP: Durante el viaje o pensabas en equipo o aquello no funcionaba. La responsabilidad y, sobre todo, las decisiones no podían recaer en una sola persona. He descubierto también que Ramon tiene un sexto sentido y no es broma. Es como un presentimiento muy fuerte que le decía que era mejor no acampar en un lugar o que debíamos cambiar de país...
RS: Acabas conectando con algo que no sé qué es (risas). Te dejas llevar más por sensaciones que por lo que tienes en la cabeza. Supongo que los humanos seguimos teniendo un instinto de supervivencia porque no hace tanto que vivíamos en la naturaleza.
AB: ¿Los viajes largos son como la vida con días de todo?
MP: Las cosas pasan siempre los primeros días en cada país. El primer día en Croacia seguíamos una ruta que recorría un parque natural y empezamos a subir una montaña con tanta pendiente que estuve llorando durante dos horas porque no tenía fuerzas para empujar la bici. Mi cabeza iba pensando que era un parque natural y que había osos. Pensaba: ¡esto es real, te puedes encontrar a un oso!
RS: Es que tenemos dos maneras diferentes de funcionar. Cuando la cosa se complica a mí me sube la adrenalina y empiezo a tener prisa y a ponerme nervioso. Pero Mercè es al revés, es como un conejo asustado en la carretera y se queda parada, no se mueve. Y claro, en ese momento en el que estás estresado, Mercè se pone a llorar.
MP: Es que no podía. ¿Tú sabes qué es no poder?
RS: Viajando así aprendes a vivir con lo que llevas encima y que no te hace falta nada más. Y eres la persona más feliz del mundo. Al menos yo. Dices: tengo dos camisetas, unos pantalones, unas zapatillas y la bici. Pero no tienes la sensación de ser un desgraciado, al contrario.
MP: Yo siempre te lo digo, tienes razón por una parte, pero por la otra tú tienes la seguridad de que en cualquier momento coges un avión y vuelves a casa. Y esto no lo puede hacer todo el mundo.
RS: Sí, eso sí que es verdad.
MP: Cosas como encontrar un río cuando acampas se convierten en las más importantes. Por ejemplo, para mi la ducha es como algo religioso. Si quieres descansar tienes que ducharte. Por eso, tener un río al lado cuando acampábamos era un regalo. En cambio, ir a buscar agua suponía tener que cargar mínimo 3 litros por persona y hemos llegado a cargar hasta 10 litros.
MP: Es una manera de mostrar la cara simpática del viajante y dar a entender a la gente con la que te cruzas que somos buenas personas y no hay malicia alguna. Da un poco de vergüenza porque tienen vida propia pero nos acompañan siempre y ahora están aquí en Tossa.
Una vez finalizada esta interesante conversación con Mercè y Ramon, en mi interior queda bastante clara una idea: su experiencia vital no es una simple aventura, no es un capricho. Ramon lo tiene muy claro: «No se trata de estar viviendo una aventura, es un estilo de vida. Pero la gente no lo entiende. Se cree que estamos de vacaciones y no es así».
Y de alguna forma, esta entrevista, como comenta Mercè, «es una manera de dar continuidad al viaje y de que este momento de la vida no quede en nada».
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