Somos historia: Antonio Ortiz
La última vez que coincidí con Antonio Ortiz fue el pasado mes de marzo en Vitoria. Charlamos, nos reímos, grabamos un podcast y salimos a montar en bici gracias a la invitación de los amigos de BH. Al despedirnos, nos dimos un abrazo tímido de hasta pronto, encogidos de alguna manera por la sombra de un Covid-19 que comenzaba a azotarnos.
Ocho meses más tarde nos llamamos por teléfono y nos vemos las caras de nuevo. Nos saludamos con el cariño que te dejan las pantallas OLED de alta resolución, comentamos quién es más viejo de los dos y le pregunto sobre su costilla fisurada y su paso por el coronavirus. Un virus que le ha dejado algo tocado, pero para nada hundido. La costilla va bien, me dice, el virus lo llevo peor porque no puedo casi ni oler el café. Y es que Antonio es cafetero; cómo casi todos los ciclistas. Y tomar un café pero no olerlo es como tener la bici y no salir a pedalear.
Me cuenta que en febrero de 2021 tiene un plan espectacular para irse unos cuentos días a la Patagonia argentina y chilena. Se quiere ir porque, aunque Ojén y el privilegiado entorno andaluz donde vive es un terreno pata negra con el que algunos solo podemos soñar, a Antonio se le queda pequeño. Antonio, lleva más de 25 años recorriéndose el mundo encima de la bici y no quiere parar. 43 años para un corredor que ya entra en nuestra sección de “Somos historia” significan que ha habido mucho que contar detrás de esos años bien llevados.
El problema es que a estas alturas no sabe si podrá irse… “Vamos a ver si nos deja el coronavirus… —me cuenta—. El tema empezó con una invitación de mi amigo Willy Moulonia, que es el organizador entre otras carreras de larga duración, como la Eroica Hispania o la Mongolia Bike Challenge. Además tiene una agencia de viajes para ciclistas por todo el mundo y este viaje estaba previsto para este mes de noviembre, pero se ha aplazado a febrero de 2021. Son 14 días de bici con un grupo muy reducido de unas 12-13 personas, aislados en una zona tan remota como es la Patagonia… Así que como le he dicho a mi mujer, sabes qué, para estar aquí me cojo el avión, me voy para allá y le doy al bikepacking como es debido. Ya estoy preparando la lista de lo que me tengo que llevar… No te digo más que me llevo hasta un altavoz bluetooth para tener música en esos momentos especiales, que seguro que los va a haber”.
Y mientras tanto, lo que le tiene ocupado cuando tiene tiempo libre es limpiar senderos… “Estoy como un niño pequeño, recuperando senderos por los que comencé hace 30 años. Hay muchos de ellos que están muy destrozados por el paso del tiempo, los incendios, el mal uso de los mismos… Así que en estos meses que no hay carreras, cuando tengo un rato, me voy a limpiar senderos y me lo tomo casi como un reto personal. El reto de recuperar los senderos por los que empecé en el mountain bike. Y de hecho los estoy dejando casi ‘barridos’ porque quiero pasar por ellos con cualquier tipo de bici. Quiero pasar con la rígida de 29”, con la gravel o con la e-bike. La pena de esto es que, a diferencia de lo que pasa en países como Estados Unidos o Canadá, aquí no se respeta tanto el uso de los mismos y al final trabajas mucho, pero no todo el mundo los respeta de la misma manera”.
Todo empieza en Ojén
Antonio Ortiz es de Ojén. Bueno, como dice él, vecino de Ojén porque en Ojén no se daba a luz, para eso había que irse a Marbella. Y el resto de la familia, también del mismo sitio; padres, abuelos y bisabuelos. Casado, 43 años y por lo que dice y por lo que comentamos, nada de crisis de los 40 ni pasadas ni futuras. Le pregunto de manera obligada después de ponernos al día de nuestras vidas que me cuente cómo empieza en el mundo de la bici y cómo empieza con el mountain bike.
“Yo empiezo con la bici de una manera muy bonita. Te lo cuento. Aquí en Ojén tenemos un tipo que al que llamamos ‘el Pova’. Hace 30 años era un aventajado del pueblo. Tenía un Suzuki Santana, se iba al Pirineo a hacer rutas… Algo que en esa época nosotros veíamos como chicos como algo increíble. Un día el Pova, que es unos años mayor que yo, aparece en el pueblo con una mountain bike. Yo ni montaba en bici ni nada. Yo jugaba al fútbol como todos los niños, hacía BMX que me flipaba y jugaba un poco al tenis. El tema es que cuando llegó con esa bici fue la primera mountain bike del pueblo y de las primeras en la Costa del Sol. Una Peugeot, por cierto. Después llegaron 2 o 3 más al pueblo de una marca que se llamaba Diablo.
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A partir de ahí, el Pova empieza a organizar carreras de mountain bike, como el Campeonato Villa de Ojén que se ha hecho un montón de años, unos 15-20 años. Yo le echaba una mano con la logística en alguna de ellas e iba a verlas, pero no a competir. Total, que termino la EGB y mi madre me dice que, como yo estaba loco por tener una bici, que ella me ofrece o ir al viaje de fin de curso, o comprarme una bici, pero no las dos cosas. Pues te puedes imaginar lo que decidí. Y aquí es donde viene la historia de la bici del Unicaja”.
La bici del Unicaja
Los 14-15 años de Antonio nos sitúan a principios de los 90, donde las mountain bikes eran unas “raras avis” en el panorama de tiendas nacional. Por eso, si querías una mountain bike, o la buscabas bien o te ibas al banco. Gracias al tirón de Induráin, los bancos dejaron de regalar juegos de ollas y sartenes, para financiarte bicis de montaña o bicicletas todo terreno como se decía antes. La de Antonio llegó desde una sucursal del Unicaja.
—Entonces te perdiste uno de los mejores momentos de la niñez cómo es el viaje de fin de curso ¿no?
—Pues sí, pero en qué momento decidí lo de la bici, Alberto… Menos mal. Gracias a esa decisión he sido afortunado de conocer el mundo. Fíjate, te hablo de ello y me emociono… Aquella decisión de un niño de 14-15 años cambió mi vida. En vez de irme con lo colegas 5 días a Madrid a liarla a un hotel, que es lo que tocaba, yo renuncié a ello por una bici. Y nada de una súper bici, era la que nos ofrecía el banco para pagar a plazos. Sin más. Así que, con mi bici del Unicaja empiezo a correr el Campeonato Villa de Ojén y, en una de estas, contacto con un equipo de Fuengirola. Un club que pertenecía a un holandés que se llamaba Erik, que me ofrece correr con él, con una bici a buen precio y un par de maillots. El culote me lo compro yo. Vendo mi bici del Unicaja y me compro mi primera Marin para empezar a competir.
De ahí paso al equipo de Moto-Mercado de Marbella que ya era un poco más serio y comienzo a hacer el calendario andaluz ya con otra Marin, esta vez una Pine Mountain. El calendario andaluz se me da bien, voy cumpliendo objetivos y de ahí damos el salto al calendario nacional, Open de España y Gran Premio Coronas.
Nace el equipo Marin-Moto Mercado, entre otros muchos otros que Dirt Racing, uno de los decanos en esto de la distribución en España, apoya en esa época con bicis Marin. Antonio pasa unos años en Moto Mercado hasta que los buenos resultados le llevan hasta el famoso equipo Coronas. Hablamos del año 97 y como nos cuenta Antonio en su segundo año de sub-23, pasa a un equipo de los de “primera división”.
“El paso al Coronas fue un momento muy importante. Yo venía ya de tener un contrato con Moto Mercado y ganarme un poco la vida con ello. Pasé al Coronas en el año 97. De hecho, empecé con ellos de una manera curiosa ya que en esa época se corría el Tour de Francia de mountain bike y al Coronas le faltaba un integrante y aunque yo seguía con Marin-Moto Mercado, Miguel Rojo de Dirt Racing y Diego del Coronas BH dieron el ok a que corriera el Tour, pero llevando mi bici Marin. En ese momento el Coronas iba con Kastle. Total, que yo iba vestido de Coronas en el Tour, pero con mi bici Marin”.
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—Claro, eso es en la era Coronas pre-BH, ¿no?
—Eso es, fue el último año que corrieron con Kastle y al año siguiente, cuando fiché por ellos, ya corríamos con BH como Coronas-BH. Primero se llamaba Coronas-BH, después BH-Coronas y los últimos años se llamaba BH-Sierra Nevada. Cuando el equipo desapareció, yo corrí mis dos últimos años con Specialized, de nuevo de la mano de Miguel Rojo. Era una época muy distinta a la de ahora. La logística no tenía nada que ver… Yo me he pegado palizas de autobús de Marbella a Madrid de ida y vuelta en fin de semana solo para correr una carrera. Y eso un montón de veces. Era una locura, pero la ilusión y las ganas de conseguir esos retos que teníamos podían con todo el cansancio que acumulábamos en viajes en condiciones bastante precarias.
—Es que al final Antonio, todo ese esfuerzo, esa lucha y sacrificio de corredores y equipos de finales de los 80 principios de los 90, sois los cimientos de la competición de mountain bike en España.
—Todo al final lleva un proceso. Mira, yo a veces me “mosqueo” con algunos padres que compran a sus hijos de 16-17 años unas bicis de gama súper alta, que son las mismas que podrán llevar cuando pasen a profesionales, si pasan, porque creo que si ya desde niños les pones ese material la lucha por conseguirlo no es la misma y las ganas de luchar no son las mismas. Yo todavía tengo algunas de mis bicis como la BH del año 2000, o incluso una tija Answer de aluminio negro mecanizada que me costó tanto conseguirla que recuerdo que no paraba de pedírsela a Miguel (Miguel Rojo, de Dirt Racing). Te lo cuento. Me puse tan pesado con el tema de la tija, que compitiendo en Alcoy, el muy cabrón se puso en una curva y me gritó según pasaba: “Antoñito, si subes al podio te regalo la tija…”. Así que me dije, me cago en la puta, la tija me la vas a dar en meta… (risas).
—La próxima vez que vaya por Ojén me enseñas la famosa tija… (risas). Oye, haciendo un poco los números, Antonio, me sale que te retiraste muy joven de profesionales…
—Pues mira, en esa época yo tenía compañeros como José Márquez que no se planteaban mucho el tema de la retirada, o ahora a veces Coloma me dice que me retiré muy pronto… Pero yo lo tenía muy claro. Yo quería ser capaz de decidir cuándo dejarlo. Una decisión que quería tomar yo y no sentirme obligado porque me quedaba sin equipo, por una lesión o por falta de motivación… Para mí era y es muy importante que siempre, independientemente de la etapa física en la que esté, nunca deje de disfrutar de la bici. Y eso lo trato de cumplir a rajatabla. Así que en 2006 dije: si me sale bien la temporada, dejo de correr como profesional de forma plena. Y justo en ese momento, casi por casualidad, es donde comienza mi segunda juventud”.
A Antonio Ortiz le dio tiempo a crearse un buen palmarés en sus ‘pocos’ años de profesional: campeón del Premio Coronas de 2001, subcampeón de España de cross country maratón en 2004 y 2006 y dos mejores resultados en Campeonato del Mundo con un puesto 16 en Kaprun 2002 y un puesto 13 en el Campeonato de Europa de 2003 en Graz, Austria. Eso, y la participación en unos cuantos mundiales desde 1999 hasta 2005. Estamos hablando de que cuando se retiró en 2006 tenía 29 años. De ahí a lo de la segunda juventud que nos cuenta. Desde ese 2006 se ha pasado recorriendo medio mundo en carreras y eventos por etapas.
“En los últimos años yo notaba que no tenía la misma chispa en el cross country, pero veía que podía ser de los primeros en ser referencia en la modalidad maratón que venía para quedarse. Empecé a correr maratón, me llevé un par de subcampeonatos de España y un tiempo más tarde, para resumirte, me llega la oportunidad de irme a Mongolia a través de un patrocinador a correr una carrera por etapas. Total, que me voy a Mongolia y allí coincido a una persona clave en mi vida personal y profesional como es Pau Zamora. A Pau ya le conocía de la selección española, donde era mecánico, lo mismo que en el equipo MSC.
Cuando termina la prueba en Mongolia, el equipo Buff, que ya estaba más asentado en este tipo de carreras, me ofrece unirme al mismo a través de Pau. Le digo que no en ese momento porque no quería ese tipo de compromiso profesional, pero Pau me convence de que esto es un rollo distinto donde hay que comunicar nuestras vivencias, nuestras experiencias en este tipo de competiciones, justo en el momento cuando las redes sociales empezaban a explotar”.
Ahí comenzó la segunda juventud de Antonio, en el equipo Buff junto con Pau Zamora, Joan Jordella y David Rovira. Una segunda juventud que empieza con una primera carrera de 6 días en la Trans Andes en la Patagonia chilena. Todos bajo el paraguas de Buff, pero cada uno con una bici diferente (Antonio llevaba Breezer en ese momento). Antonio se ve de repente con cuatro colegas, montando en bici en Patagonia y experimentando un montón de sensaciones de alguna manera indescriptibles para él. Se siente afortunado de estar allí y de hacer lo que hace. Chile es la primera, pero Pau Zamora le dice que sin duda tiene que hacer una vez en la vida la Cape Epic.
“Yo no quería correr la Cape porque es una carrera de primer nivel. Yo quería correr en carreras de segunda y tener un buen nivel en ese tipo de carreras. Pero no volver a competir en primera división y hacerlo mal. Pero por suerte, estando con el equipo Buff he sido afortunado de correr la Cape Epic dos veces. La Cape al final es la carrera por etapas por excelencia. Y después de la Cape he seguido con la suerte de hacer las mejores carreras maratón y por etapas del mundo; Transalp, Transpyr, Andalucía Bike Race varias veces, Breck Epic, Brazil Ride… Tengo anotado que carreras de más de 4 días he hecho unas 18 diferentes. Algunas las he repetido y al final he terminado sumando unas 30 carreras de 4 días como te comento, muchas de ellas con el equipo Buff. Sin duda, algunos de los mejores años de mi vida”.
Muchos estaréis ahora conociendo el pasado profesional de Antonio Ortiz, ya que también muchos le conoceréis únicamente por ser uno de los embajadores de la marca BH. Los años del BH-Coronas fueron algunos de los más míticos para los que llevamos más de 3 décadas en este deporte. Los colores, los corredores, los Grandes Premios Coronas y aquellas famosas bicis réplica del equipo que se veían en todos los caminos. Años que Antonio recuerda con tanto cariño como nos habla de su relación de familia con BH.
“La etapa de Buff se va profesionalizando y durante dos años vamos todos con bicis BH, gracias en parte a la buena relación que tenemos con Roberto López, que es el Product Manager de BH. Después, por diferentes motivos, se decide parar la colaboración con BH y es ahí cuando de alguna manera comienzo mi trabajo de embajador con ellos. Por suerte, a mí todo el mundo me relaciona con el equipo Coronas y como consecuencia con BH. De esta manera, los años después del equipo Buff, yo establezco una relación súper cercana con todos los departamentos de BH y me ofrezco para poder ayudar en todo lo posible, desde el desarrollo de bicis o material hasta estar presente en los eventos que ellos estimen oportuno.
Ahora mi vínculo con BH tiene menos de competición, aunque sigo haciendo algunas de segunda o tercera división para tener algo de visibilidad, pero el vínculo profesional y personal está más presente que nunca. En unos días vuelvo a las instalaciones de Vitoria para grabar un vídeo de una nueva bici. Fueron ellos los que me nombraron embajador…, pero yo decía, ‘¿embajador de qué?’ (risas). Pero sí, al final sí que hago de embajador de la marca y me involucro todo lo que puedo. Y así ya llevo 4 años de relación plena con BH.
Además de BH, tengo muy buena relación con la marca Castelli y yo encantado con ello. Mi forma de trabajar con las marcas es que primero yo crea en las marcas y que la relación sea a largo plazo y eso se da tanto con BH como con Castelli por ponerte dos ejemplos.
Las relaciones con las marcas o los eventos son muy importantes para mí. En este momento soy el responsable de los recorridos de la Andalucía Bike Race, que es una de las carreras por etapas más importantes a nivel internacional y que de hecho para 2021 es la única junto con la Cape Epic con la categoría UCI Marathon Series para los eventos por etapas. Esto lo desarrollo formando equipo con José Antonio Hermida, que nos conocemos de toda la vida desde que éramos juveniles. Y esto es una etapa que me encanta poder vivirla personalmente con José como colega, en mi tierra y en una carrera tan importante como es la Andalucía Bike Race.
—Y después de esa segunda juventud, ¿dónde estás ahora? Miedo me da salir en bici contigo, amigo…
—Pues mira, yo en ese aspecto lo tengo súper claro. Yo sé cuándo voy a montar en bici y cuando voy a entrenar. Y es muy diferente. Yo no tengo que demostrar nada a nadie y cuando tengo que salir a disfrutar pues salgo a disfrutar. Hay mucha gente que piensa que salir conmigo a montar es para ir a fondo, y qué va. Me gusta adaptarme al nivel de la persona o personas con las que voy. Para mí es muy gratificante. Yo si tengo que salir 50 minutos, porque no tengo más, pues salgo. Hay muchos corredores que para menos de una hora y media no se ponen el culote. Yo me lo pongo para 45 minutos porque me da la vida, porque pedaleo, disfruto, muevo el cuerpo, veo el paraíso en el que vivo… Para que veas la pasión que tengo, ayer me llegó una bici nueva de BH de carretera (la nueva RS1) y he estado por la noche viendo los detalles como si fuera mi primera bici o como que fuera un niño. Súper emocionado, como todo lo que hago en este mundillo.
Y así me pasa con todo. Mira ahora el gravel. Me gusta y me llena tanto porque rebobino a lo que decías tu antes, a ese momento cuando tú y yo empezamos a montar en bici, porque me recuerda a mis inicios. Es como si para explicar a alguien cómo era montar en esas mountain bikes de principios de los 90 le dices que se suba en una gravel y sentirá algo muy parecido. Coge una gravel y salte de la pista y métete en senderos no muy complicados, pero un poco técnicos; pues eso te va a teletransportar a lo que sentíamos hace más de 30 años. Las gravel, el bikepacking y los eventos de larga duración con gravel los tengo en el punto de mira para la, no sé si llamarla, “tercera juventud”… (risas). Quiero estar ahí con un cierto nivel si es posible.
Creo que era el expresidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln, el que acuñó esa frase que decía algo así: “Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”. Puedes tener solo 43 años como Antonio Ortiz y haber vivido mucho más de lo que los dos dígitos dicen. Puedes haber sido un niño de Ojén que decide no ir a Madrid con sus amigos de 15 años porque el banco de su pueblo le financia su primera mountain bike.
Puedes pasar de ver carreras a ganarlas. De pagar por las bicis a que te paguen por llevar sus bicis. Puedes pasarte horas en el autobús para llegar, competir y regresar. Puedes querer ganar para conseguir una tija nueva. O puede que tu amigo íntimo Guillermo de Portugal no te seleccione para un europeo y acabes yendo, finalices decimotercero y Guillermo te abrace en la meta. Puede que termines una etapa profesional sin saber que ha sido la primera de muchas otras. Puedes irte a Mongolia, a Brasil, a Argentina o a Sudáfrica para subirte a la bici y simplemente pedalear. Pueden ser tantas cosas que eres tú el que va a decidir en todo momento cuánta cantidad de vida quieres meter en los años. Si quieres más información sobre cómo hacerlo, pregúntale a Antonio Ortiz, él sabe cómo.
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