Subidas imposibles: técnica para no perder la tracción y superar las rampas más complicadas

¿Bloqueas la rueda en rampas empinadas? No es sólo una cuestión de cadencia, sino de gestionar la tracción, dominar el reparto de pesos y unos toques de técnica y potencia. Te enseñamos cómo superar las cuestas más complicadas.
Subidas imposibles: técnica para no perder la tracción y superar las rampas más complicadas
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autor mtbpro J. Daniel Hernández
autor de las fotos Archivo

fecha02/12/2025


Dominar una subida extrema es mucho más que tener piernas fuertes o montar el desarrollo adecuado. Cuando el desnivel ronda o supera el 20% o el terreno se vuelve impredecible por las raíces, las rocas o el barro, la técnica se convierte en el factor crítico. En este escenario, cada gramo de potencia debe traducirse en movimiento hacia adelante, y la tracción es el recurso más valioso.

Mientras que en las subidas largas y suaves la cadencia y la resistencia son vitales (algo que ya exploramos en este otro artículo), en las rampas más técnicas, complicadas y con mayor desnivel el la clave no es sólo la cadencia, sino que el juego cambia a un ejercicio de equilibrio dinámico, gestión de la tracción y distribución de peso.

No es sólo cadencia: La técnica prima en rampas extremas

En el MTB se repite el mantra de "mantén una cadencia alta". Si bien esto es excelente para la eficiencia cardiovascular y para subir durante horas, en rampas técnicas y muy empinadas, una cadencia sin control de peso puede ser contraproducente.

Si pedaleamos demasiado rápido en una rampa al 25% sin distribuir correctamente nuestro centro de gravedad, ocurrirán dos “desastres” comunes:

  • El Wheelie o caballito: La rueda delantera se levanta por falta de peso en el tren frontal, perdiendo la dirección y obligándonos a poner pie.
  • El Patinazo: La rueda trasera gira sin control porque hemos cargado demasiado peso sobre ella (o no hemos sido lo suficientemente suaves), haciendo que la tracción se esfume.

La solución no pasa por la fuerza bruta, sino por un equilibrio dinámico constante que mantenga la presión justa sobre ambos ejes.

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La importancia de la técnica: Equilibrio dinámico y el movimiento pélvico

El secreto para mantener la tracción en las subidas más empinadas reside en el movimiento constante, sutil e intencionado de la pelvis y la espalda. De hecho, el control de la rueda delantera nos lo dará la inclinación pélvica, y para evitar que la rueda delantera se levante la respuesta no es simplemente echar el pecho sobre el manillar. Si lo hacemos, cargamos la rueda trasera en exceso y aseguramos el patinazo.

La clave es la inclinación pélvica; el ciclista debe bascular la cadera hacia adelante, acercando el vientre al manillar mientras se mantiene sentado o en el filo del sillín. Para ello lo que debes notar es que tus rodillas están ligeramente por delante del eje de los pedales en la posición de las tres. El tronco debe estar bajo, pero la espalda ligeramente arqueada (no hundida).

El objetivo es utilizar el movimiento de la cadera para adelantar el centro de gravedad sin mover el peso principal del cuerpo. Esto garantiza el control de la dirección.

Para dominar la tracción la fuerza o el mayor soporte tiene que venir de la espalda. Una vez que la pelvis está en posición, la espalda y el core actúan como una palanca estabilizadora. Por eso la espalda no debe estar completamente relajada ni encorvada; debe estar tensa y ligeramente flexionada. Esto tiene dos funciones:

  • Absorber el tirón: Una espalda firme compensa la fuerza de la pedalada, evitando que el esfuerzo de las piernas se traduzca en tirones hacia atrás que levanten el tren delantero.
  • Mantener la presión: La contracción del core ayuda a que la fuerza de la pierna se proyecte hacia abajo, empujando la tija del sillín y el eje trasero hacia el suelo, aumentando el agarre de la rueda.

Truco: Un buen truco, sobre todo con las e-bikes y cuando pasamos tramos muy técnicos, es bajar ligeramente la tija telescópica para bajar nuestro centro de gravedad. Con ello logramos adelantar ligeramente las rodillas y mantener el core y la espalda sobre la rueda trasera para que mantenga el agarre en el terreno.

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El agarre del manillar: Tracción por control fino

Las manos son el tercer punto de apoyo vital y no solo sirven para llevar la dirección de la bicicleta, sino que también ayudan, y mucho, en las subidas. El agarre debe ser firme, pero nunca rígido. Los codos deben ir ligeramente abiertos y flexionados. Esta postura permite que tus brazos actúen como un sistema de suspensión secundario, absorbiendo los pequeños baches o desniveles sin que el impacto se transmita de forma brusca a la cadera.

Hay dos consejos básicos que debes seguir:

  • No tires del manillar: Si tiras con fuerza de las manos hacia ti, inevitablemente reduces el peso que has desplazado hacia adelante con la pelvis, provocando que se levante la rueda delantera.
  • Compensa tu fuerza de la pedalada: Utiliza el manillar para contrarrestar el par de la pedalada. Cuando el pedal izquierdo baja, el brazo derecho tira suavemente, y viceversa. Este balance sutil mejora la suavidad de la fuerza aplicada y optimiza la tracción.

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Gestiona la energía: Cambio anticipado y paso por obstáculos

La técnica de peso debe ir acompañada de una estrategia de energía eficiente que se apoya en dos “patas” fundamentales: saber anticipar el cambio para llevar siempre la marcha correcta y tener siempre la línea clara para superar los obstáculos y zonas con barro.

El error más común en una subida es intentar cambiar de marcha cuando el cuerpo y la bici ya están bajo la máxima presión. Un cambio en ese punto es ineficiente, maltrata la transmisión y puede provocar una pérdida momentánea de potencia, llevando al pie a tierra.

El consejo básico es que la rampa siempre se ataca con la marcha “de supervivencia” ya engranada. Debes seleccionar el desarrollo uno o dos metros antes de que la pendiente se haga realmente dura. Esto permite:

  • Mantener el ritmo: La inercia del inicio se mantiene con una cadencia y par más constantes.
  • Evitar el desperdicio: Cambiar bajo carga quema energía innecesaria y rompe tu fluidez. Por no hablar del riesgo que tiene de dañar la transmisión.

Por otro lado, algo que debemos tener en cuenta es que en una subida “imposible” o muy técnica la trazada no es la más corta, sino la que ofrece el mayor potencial de agarre o el menor desnivel puntual.

En zonas de rocas o raíces lo mejor es buscar una trazada sobre la parte plana de una roca o el borde de una raíz que pueda funcionar como un pequeño escalón. Si una raíz está mojada, evítala, incluso si eso significa buscar una línea ligeramente más larga.

Mientras que en zonas de mucho barro la clave es ir lo más recto posible. Si el barro es denso, intenta mantener una trazada lo más recta posible y aplica una fuerza de pedalada muy constante, como si pedaleases con un desarrollo fijo. Evita los movimientos bruscos del manillar, ya que suelen romper la fina capa de tracción que te mantiene en movimiento.

Importante, nunca cambies de marcha ni de línea en el punto más exigente de la rampa. Es la fórmula perfecta para la pérdida de tracción.

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Conclusión

Superar rampas imposibles es un arte que combina la sutileza de la técnica con la constancia de la potencia. Olvídate de la rigidez: mantén la cadera basculada hacia adelante para gobernar la dirección, la espalda tensa para asegurar el agarre trasero y el cambio anticipado para conservar tu energía. Saliendo a practicar y sintiendo estos pequeños ajustes, no habrá subida que se te resista.

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