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Amigos, risas, bicis, Pirineos, 4 días de carrera, senderos en alta montaña, olor a pastillas de freno fundidas, más risas, exigentes porteos, pedaleos por encima de 2.000 metros, mucho mucho compañerismo, gente nueva y la gente de “siempre”, todos juntos, muchas historias que contar y una historia por vivir. Trans-Nomad es la tormenta perfecta donde todo esto sucede cada año y de manera natural durante 96 intensas horas seguidas.
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Acaba de finalizar la sexta edición de Trans-Nomad, aún no he terminado de vaciar la bolsa y ya estoy deseando volver a echarme la bici al lomo en busca de nuevas aventuras en el Pirineo. Abro la mochila y me encuentro una hoja con los tiempos y las clasificaciones del día. Miro el teléfono y ahí está Instagram y su algoritmo diabólico recordándome lo bien que me lo estaba pasando hace un mes. Llevo unos días en que todo a mi alrededor me recuerda que aún quedan 11 largos meses para que vuelva Trans-Nomad, la experiencia en alta montaña más auténtica que puedes vivir sobre una bici.
Durante estas seis ediciones de Trans-Nomad he hecho de todo, he participado varias veces como corredor, he sido Bike Patrol, he estado “infiltrado” dentro de la carrera echando una mano a los “media”, yo que sé que más… después de la pandemia decía que lo único que me quedaba era hacer Trans-Nomad en una eBike y en 2021 corrí con una eMTB light y terminé con tres costillas rotas. Y este año ya me habéis visto y oído resoplar subiendo al collado de Llauset con una Wild a la chepa. A ver si el año que viene Javi se inventa una categoría nueva porque si no…
A nivel editorial ¿qué puedo decir de Trans-Nomad? En MTBpro nos encanta este evento, yo creo que se nos nota… y mucho. En realidad, y desde el cariño, lo consideramos un “poquito” nuestro. No os vayáis a pensar que soy el único “trastornado” que habita en MTBpro al que le gusta el sado-ciclismo, como le gusta llamar a mi padre a esto de subir montañas con la bici a cuestas para después tirarse ladera abajo… Yo tan solo soy el embajador, y posiblemente el más pringado, pero os aseguro que por aquí todo el mundo lo vive con pasión.
Me gustaría que pudierais ver lo animado que se pone el chat de la revista durante la carrera, los ánimos y la envidia van a partes iguales. Para todos los que hacemos MTBpro es un orgullo dar cobertura al evento y haber estado junto a Trans-Nomad desde el principio del principio, y es que aún recuerdo el día que Guti y Javi vinieron a la redacción a contarnos su “ida de olla”… aunque ellos aquel día lo llamaran proyecto :-) yo flipaba…
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Desde entonces somos el único medio fiel que, año a año, acude religiosamente a Trans-Nomad, a Pirineos, con el único objetivo de divulgar, de dar a conocer y de poner en el mapa un territorio que amamos, que admiramos, en el que viven muchos amigos de esta casa, en el que se respira bici por lo cuatro costados y en el que coexisten múltiples y variadas maneras de entender una misma pasión, el ciclismo.
Cada agosto pasa lo mismo, un mes antes de empezar me reúno con Javi Chopen, organizador del sarao, y con Luismi del Cerro, el director de la revista, para ver cual va a ser el enfoque de cara al reportaje y bla, bla, bla… al final lo que decidamos da lo mismo, no vale para nada. Trans-Nomad tiene vida propia y lo que pasa durante esos 4 días de aventura es quien decide lo que aquí veis y leéis. Yo creo que este año ya hemos aprendido la lección.
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Como suele decir Javi en sus briefing: “Trans-Nomad es un mecanismo muy delicado que funciona solamente si todos ponemos lo mejor de nuestra parte, si no, la magia desaparece”. Y eso es precisamente lo que más me gusta y lo que me hace volver año tras año en busca de mi dosis de Trans-Nomadina en vena. Como veterano me gusta observar y disfrutar viendo lo que ocurre en el día a día. Das un paso atrás, pillas una buena perspectiva y el espectáculo es acojonante, todos y cada uno de los participantes, patrols, médicos, medias, gente de logística, avituallamientos, servicio técnico ¡todos! dando el 200% para que la magia no desaparezca… no sé tú, pero yo no conozco nada igual.
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Este año han pasado muchas cosas, en dos días se han roto más furgos que en las cinco ediciones anteriores juntas, ha hecho más mucho calor ¿que fue de aquellas nevadas épicas de las dos primeras ediciones? La llegada de las eBikes ha cambiado el ritmo de carrera, pero el espíritu, las ganas de aventura y la buena onda de la gente siguen siendo la mismas. Este año me estrené como médico de familia, de la familia Trans-Nomad, ya que me tocó ir con Carlos al hospital de Barbastro con dos corredores que se habían hecho daño y terminamos cenando en una pizzería de Barbastro a las 12 de la noche y ayudándolos a comer ya que uno se había roto dos dedos y el otro la clavícula.
Con respecto a los patrols que más se puede decir, para mi son la esencia de la carrera, sin ellos Trans-Nomad no tendría sentido. Siempre he dicho, y lo mantengo, que un año los participantes tendríamos que salir de madrugada y abrir carrera, señalizar los enlaces, encintar las especiales y que los patrols se dieran el homenaje de correr sin tener que estar pendientes de nosotros, se merecen eso y mucho más. Después de todos estos años puedo decir que muchos de ellos ahora son buenos amigos. Son una raza aparte, y aunque últimamente no sea muy correcto decir esto para mi ¡son los putos machos alfa del Pirineo!
Este año Sergio Valero, con quien tuve el gusto de compartir habitación en su primera Trans-Nomad, se ha puesto el brazalete de capitán y ha demostrado ser un gran jefe Patrol. No me gusta esto de dar nombres porque luego siempre se me olvida alguno y me sabe mal pero tampoco quisiera dejar de nombrarles. Daf, Oscar, Paco, Sergio (haciendo las labores de Diego Grasa pero sin decir tantos tacos por segundo), Rafa, Topo, Héctor, Juancar, Alejandro y Rodrigo.
Y por supuesto un homenaje especial a los pesos pesados, los “lomos plateados” de Trans-Nomad, los que hacen grande este evento. Gente como Edu Matamoros único en su especie, el mítico Koldo, Diego, el polivalente Sergio Leal o el Sheriff David Huidobro, un tío que es capaz de tirarse toda una tarde y una noche ayudando a los corredores a poner a punto las suspensiones, no cenar, dormir dos horas y largarse a la montaña a marcar una etapa entera sin que se le borre la sonrisa del casco… en serio, sin esta “gentuza” nada sería lo mismo.
Podría seguir nombrando a mucha, mucha, mucha más gente que cada día se levantan muy temprano con la firme intención de darlo todo, sacarnos una sonrisa y hacernos la vida más fácil en los avituallamientos (Laura, te quiero, deja al Chopen que no sabe hacer caballitos con la bici y vente conmigo), en las labores de logística Jorge Vaquero siempre presente, la gente de media Nacho, Sandro, Jesús, Rober y el gran Edu Moreno, risas aseguradas y nuestros monólogos mañaneros. Jorge, el insobornable hombre del crono (le ofrecí 100 “pavos” para que un día me pusiera en la clasificación delante de Juan Otero durante 5 minutos y el mamón me dijo que no) otra pieza clave en Trans-Nomad.
El equipo médico con Pepe siempre dispuesto a ayudar y Carlos y su Toyota, la única persona que puede estar en tres sitios a la vez y siempre de buen humor. Fede, el “conseguidor” de perritos calientes y birras frías, el Sultán de la zona chill ¿cómo no vas a querer a este tío?. Sé que sois muchos más, os pido disculpas por adelantado si no os he nombrado, el año que viene prometo seguir con los agradecimientos.
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Este año el recorrido estuvo lleno de momentos buenos, del primer día me quedo con el siempre mágico Ibón de Plan, del día dos no tengo duda, mi favorita sigue siendo la bajada de Entecada. Del día 3 aún me dura la sonrisa recordando Big Nuggets, en mi opinión el mejor trail de todo Vall d´Aran (con dos cojones Marc y David, gracias amigos). Y para finalizar del día 4 no sabría con que quedarme, la etapa entera es un auténtico monumento al ciclo alpinismo. Lo tiene todo, altura, paisaje, dureza, bajadas interminables y además es el ultimo día, más épico imposible.
Para muchos Trans-Nomad es una carrera, para mi es una aventura/experiencia cronometrada, es un evento auténtico en el que solo tienes que pensar en disfrutar y en pasarlo bien. Hay que darse prisa y empezar a disfrutar desde el minuto uno, son sólo 96 horas, cuatro días de tu vida, cuatro días al año en el que tu nombre, tu trabajo, tu edad, tu estado civil, tu lugar de nacimiento, tu cuenta corriente o tus creencias pasan a un segundo plano, aquí eso no nos importa un carajo. Aquí la religión es el briefing de las 8, la hora de la cena, el estado de tus pastillas de freno, tener claro el tiempo que va a hacer al día siguiente o que no se te olvide chipear antes de tomar la salida. Lo demás no cuenta.
Hay tantas historias, tantos universos paralelos y tantas Trans-Nomad diferentes como personas. Cada uno viene en busca de sus 96 horas de gloria. Estoy seguro que aún pudiendo vivir mil vidas seguidas jamas llegaría a conocer a muchas de las personas con las que he compartido una cena, un porteo, unas risas durante un transfer o un pique sano en plena bajada. Aquí somos todos tan distintos, tenemos vidas tan paralelas que el único cruce posible se llama Trans-Nomad. Si eso no es magia dime tú que es.
Amigos, hay que ser conscientes, tenemos mucha suerte. Pirineos es el mejor lugar del mundo para disfrutar en bici, es un lujo que estas montañas nos abran su puertas cada año y nos permitan recorrer y disfrutar de sus increíbles senderos en altura sin pedir nada a cambio. Eventos como este son importantes para la economía de los valles y de sus gentes. Venir a Trans-Nomad y volver a casa sin haber entendido la importancia individual y colectiva que tenemos todos y cada uno de los que damos pedales por la montaña sería una lástima.
Cuidemos nuestros senderos, los del Pirineo y los de cualquier otro sitio, sea el que sea. Respeta y apoya de la manera que mejor lo consideres a esas personas que dedican su tiempo y su dinero a mantener limpios los senderos y a luchar “contra” ciertos colectivos retrógrados y alguna que otra administración absurda que no quiere ver más allá del cuello de su camisa. Visita nuevos destinos, dales visibilidad y muchos likes en tus redes y comparte, hay auténticas joyas esperando ser descubiertas. Genera economía, utiliza a los guías locales, ráscate el bolsillo y crea riqueza alrededor de la bici y de los senderos y consume en los establecimientos que apoyan estas iniciativas. Aunque no es la única, esta es la manera más directa que tenemos para hacernos ver, para que se nos tenga en cuenta y para que la magia siga funcionando.
Mientras todo esto ocurre yo sigo pensando en la próxima edición de Trans-Nomad. Sé que quiero estar allí, lo llevo en la vena, no sé si en bici, en patinete o vendiendo bombón helado, pero mientras el cuerpo aguante haré lo que sea por volver a formar parte de la familia Trans-Nomad. Volveré en busca de más vidas paralelas y por supuesto, volveré a por mis 96 horas de barra libre de porteos y gloria pirenaica ¡Larga vida a Trans-Nomad!
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Durante los 4 días de Trans-Nomad te pasas la mayor parte del tiempo por encima de los 2.000 m, con gigantes de piedra como el Aneto y la Maledeta como eternos vigías que este año nos otorgaron la edición más soleada de las 6 que hemos vivido.
Fíjate de dónde viene el sendero. A partir de aquí llega la parte más dura de la subida en la que no queda más remedio que cargar la bici a los hombros hasta llegar al “techo” de la Trans-Nomad, el mítico Collado de Llauset a 2.860 m de altitud, el punto más alto al que se ha llegado en las 6 ediciones. Después vendrán 5 especiales, con más de 2.500 m de desnivel negativo, para cerrar la jornada y la edición.
En Trans-Nomad no hay jerarquías. Cuando termina la jornada te juntas con todo un campeón como Damien Oton y otros ilustres del sector a charlar, comentar el día y descansar las piernas y los brazos ¡Mañana más!
Es el último día, estamos en territorio Puro Pirineo, acabamos de bajar Sierra Negra y los corredores se dirigen hacia el último avituallamiento en Cerler; Es una de las especiales más largas pero se hace con la alegría de tener la Trans-Nomad prácticamente en la mochila.
Nada tiene sentido sin el manteado y los manteadores, el alma y la esencia de la Trans-Nomad, Javi Chopen como director de orquesta y los Patrols como los ángeles de la guarda que velan día tras día por los participantes. Al acabar, la alegría se desborda y comienza la cuenta atrás hasta una nueva edición.
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