Importancia del ancho del manillar en MTB y cómo ha ido cambiando
El MTB es un deporte que se ve, constantemente, inmerso en cambios. Cambios que a veces se dan muy despacio, como ocurrió con el paso de las 26” a las 29” o cambios que se adoptan en muy pocos años (como sucedió con las horquillas de suspensión). Todos ellos sirven para definirlo y modelarlo e incluso para hacerlo más atractivo ante otros deportes que permanecen inmóviles en cuando a su concepción, desarrollo tecnológico del material y forma de practicarlo.
Puede que haya gente contraria a estos cambios, pero también, en su gran mayoría, sirven para que el MTB sea un deporte vivo y que nos genere emociones que sólo se pueden sentir cuando anhelamos mejoras para la bici (o para nuestro equipamiento) y en el momento de su estreno.
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Uno de los elementos que, inicialmente, se puede pensar que no ha tenido mucho desarrollo desde finales de los años 70, cuando Charlie Kelly, Joe Breeze, Gary Fisher o Mike Sinyard comenzaban a sembrar las semillas del MTB actual, son los manillares. Sin embargo, no es así. Basta echar la vista atrás para darnos cuenta.
Formas, medidas, materiales… ¿cómo han cambiado los manillares?
Si miramos las “Clunkers” iniciales vemos cómo los manillares tipo BMX (estrechos y muy altos) eran los reyes. Poco a poco, con los cambios de geometrías y la aparición de bicicletas más similares a los diseños actuales los manillares pasaron a ser parecidos a los de motos de motocross, es decir, de doble altura (pero contenida) y prácticamente horizontales (muchos de los de BMX tenían las puntas hacia arriba o incluso hacia atrás, dependiendo de cómo se pusieran).
Dando un salto en el tiempo a la época de oro del MTB, los años 90, vemos que los manillares se habían ido “aplanando” hasta tener dos conceptos. El manillar plano y estrecho que se usaba en XC (rally por aquella época) y el de doble altura y algo más ancho (estrecho para los cánones de hoy en día) que se usaba en el descenso. La geometría de los cuadros y la aparición de potencias más largas y con diferentes angulaciones según gustos y necesidades hicieron que los manillares rebajasen sus formas y su desarrollo se centrase en lograr el mínimo peso sin que se doblasen o partiesen. Siempre hay excepciones, como John Tomac y su Raleigh con manillar de carretera.
También el hecho de salir de los caminos anchos hacia senderos más estrechos, rodeados de árboles, ramas bajas y vegetación diversa hizo que los manillares fuesen lo más estrechos posibles mientras que garantizasen un buen control de la bicicleta. El ancho de los manillares oscilaba entre los 60 y 62 cm de media (incluso era habitual ver algunos de 58 cm), independientemente de su configuración plana o de doble altura o del uso de acoples (los conocidos cuernos).
En este punto hay que decir que, cuanto más ancho es un manillar más fácil es hacer palanca para inclinar la bicicleta, pero también implica forzar el agarre y acabar, mínimo, con dolor de cuello y omoplatos. Es un equilibrio difícil de conseguir.
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La llegada de las 29” supuso un giro interesante, de nuevo, a las formas y medidas de los manillares. Las nuevas geometrías de las bicicletas, la necesidad de hacer una mayor palanca para compensar el mayor tamaño de la rueda… Evidentemente la mayor altura de las ruedas (por consiguiente, también de la pipa de la dirección) sumado al mayor recorrido de las horquillas y demás aspectos que interfieren han servido para elevar el punto de agarre. Esto, junto a potencias más cortas y elevadas (todo ello producto de geometrías más estudiadas) han hecho que los manillares pierdan algo de su “doble altura” o elevación en la mayor parte de los casos; normalmente derivado en una mayor anchura (de agarre, en realidad longitud total del manillar) para hacer una mayor palanca.
Por eso encontramos que los manillares para modalidades en las que prima el control en las bajadas por delante de la posición de pedaleo (Enduro, DH, etc.) los manillares son extremadamente anchos, llegando a los 800 mm, mientras que en las modalidades de XC (recreacional, XCO, XCM) o incluso el Trail las medidas son más contenidas. Desde 680 mm en algunos casos (los más estrechos) a los más comunes 720 y 740 mm. Hablamos de una anchura 10-12 cm superior respecto a los que se usaban en las bicis de 26”.
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También ha cambiado ligeramente la forma, de contar con las puntas muy lanzadas hacia arriba y retrasadas como tenían los manillares de BMX a ser completamente rectos como los de XC de los 90, a los que se añadían los acoples, a los actuales que, en muchos casos, cuentan con una ligera elevación y retroceso de las puntas para tener una mejor ergonomía y agarre que evite sobrecargas en las manos y muñecas.
¿En qué me influye el ancho del manillar?
Además de en aspectos de control como hemos hablado, el ancho del manillar influye en la posición de conducción que adoptemos, ya que nos obligará a ir más agachados o más erguidos. Además, cuanto más ancho sea un manillar más abriremos la caja torácica para respirar. Este es uno de los puntos que se argumentaban en los años 90 y principios de 2000 para usar “cuernos” o acoples, además de que permitían un agarre diferente que nos permitía ejercer más apoyo en la rueda delantera cuando subíamos o nos poníamos de pie, también permitía abrir más la caja torácica y facilitar la respiración en esos momentos.
Pero claro, todo tiene un límite. Y ese límite lo marca nuestra propia morfología, ya que no puede ser igual para un rider talla S, o una rider, que generalmente son más estrechos de espalda/hombros, que un rider más ancho y musculado. Esto nos lleva a pensar…
¿Puedo cortar mi manillar?
Normalmente las bicicletas vienen de serie con el mismo manillar en todas las tallas. Y es cierto que gracias a la diferente longitud de las potencias se adapta prácticamente a cada ciclista sin necesidad de cambiarlo. Sin embargo, siempre podemos vernos en la necesidad de recortarlo por nuestra morfología particular (ser más estrechos de hombros que la media), lesiones, comodidad, etc.
La mayor parte de los manillares, especialmente los que son muy anchos (enfocados al Enduro, Freeride, o Street) son de aluminio y cuentan con unas guías que nos permiten recortar las puntas en unos cuantos centímetros para dejarlos a nuestro gusto, de forma que podemos pasar de un manillar de 800 mm a uno de 740 mm con la elevación y retroceso que nos guste.
Esto no es exclusivo de estas modalidades o de este material, en XC también encontramos manillares de fibra de carbono con una guía en las puntas para poder recortarlos, como el PRO Tharsis XC. En este caso es aconsejable llevárselo a un profesional que cuente con el material adecuado para cortar fibra de carbono.
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